El barcelonismo vivió una noche extraña en París. La entrega del Balón de Oro tuvo color azulgrana: tres jugadores del club fueron escogidos como los mejores del año. Primero, gracias a Alexia Putellas: la catalana ganó el prestigioso galardón por primera vez, completando el año triunfal del Barça Femenino. Sensacional. El segundo, Pedri, como mejor jugador joven. El tercer premiado, sin embargo, tenía trampa: ya no es jugador culé, aunque si volvió a levantar el trofeo fue por la temporada que hizo en el club y en la selección argentina. Leo Messi, efectivamente. El argentino hizo historia inscribiendo su nombre por séptima vez en el palmarés, una proeza. El regusto, sin embargo, es amargo.
Han pasado los meses y muchos no han acabado de asimilar que el 10 ya no sea el líder del F.C.Barcelona, y todavía menos que juegue en el París Saint Germain, uno de los grandes enemigos deportivos en Can Barça. Pero seamos sinceros: han pasado muchas cosas inverosímiles durante los últimos años gracias a la gestión de Josep Maria Bartomeu. El expresidente dejó una herencia envenenada, tan mortal que hizo posible lo impensable: que Messi se largara definitivamente del equipo de su vida. Por eso verle subir al escenario y recibir el trofeo de manos de otro mito culé como Luis Suárez era una especie de pesadilla, una broma de mal gusto Suerte que tenemos del Femenino y de Alexia, la verdad.
Ahora bien, por muchas sensaciones contrapuestas que provoque la estampa del argentino defendiendo otros colores, los Messi son parte de la historia, de la vida y de la familia azulgrana. Y lo serán para siempre. Esto no lo puede borrar nadie. Lo hemos visto crecer, convertirse en 'el puto amo', marcar goles y levantar trofeos hasta aburrirse... y también hemos asistido a la formación de su familia, querida por la gran mayoría de los aficionados. Con Antonella Rocuzzo, su novia de toda la vida, han creado un hogar lleno de alegría y espontaneidad en la que los reyes son los niños: Thiago (9), Mateo (6) y Ciro (3). Ellos fueron el principal freno que hicieron desistir el jugador de dejar al Barça con aquel famoso burofax, y los que más lamentaron el traslado a París. Aquí también los echamos de menos, porque son encantadores. Y anoche, en París, volvieron a demostrarnos el porqué.
Fue mucho más interesante ver la reacción de los tres al anunciarse al ganador que la estampa del delantero recogiendo el galardón y dirigiéndose al público. Sus gestos gamberros e infantiles hicieron reir a la culerada en el momento que más lo necesitaban. Thiago levantando los brazos y bailando, Mateo aplaudiendo con ganas, y Ciro, sentado de una forma tronchante en la butaca, celebraba con una sonrisa para comérselo. Fue lo mejor de la noche.
When your dad wins an other Ballon d'Or 🙌#ballondor pic.twitter.com/UWKir71mX5
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Dad won an other Ballon d'Or, let's dance kids 🕺#ballondor pic.twitter.com/MNH8OYKkZa
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Todo es igual, todo es diferente. Felicidades a los galardonados y visca el Barça.