Las noches de fiesta, algarabía y desenfreno siempre tienen una cara 'b': la resaca. Ahora bien, no todas ellas son un incordio. Algunas son bienvenidas. La cabeza duele, pero menos. El cansancio es mucho más soportable. La mala cara queda oculta bajo una máscara de satisfacción imperturbable. Jorobados pero contentos. Así deben estar millones y millones de seguidores de Argentina por todo el mundo, después de levantar el título de campeona mundial en Catar contra una Francia que vendió su piel a precio de oro. Una multitud a la que tenemos que sumar los todavía más millones de fans del mejor jugador de la Historia, con mayúsculas, Leo Messi. Con el trofeo en su poder el debate ha muerto. No hacía falta, pero por si acaso.
Más que un debate podríamos hablar de aversión, de odio. A lo largo de su carrera siempre ha convivido con un descrédito interesado, promovido en buena parte por profesionales de la información. Mejor dicho, de la desinformación. Dejemos de lado a los aficionados, cada uno tiene sus filias (Cristiano, Mbappé, Real Madrid) y fobias (Barça, Catalunya, Piqué, Messi). Pero que los periodistas actúen como hooligans es muy diferente. Ha sufrido esta persecución en España y también en su país, donde le llamaban 'pechofrío'. Lo abandonaron cuando las cosas no salían bien. El fútbol, finalmente, ha hablado, ha puesto las cosas en su sitio. Y es la hora de la venganza, así de claro.
Cuando Enzo Pérez marcó el penalti decisivo de la tanda final empezaba una fiesta gigantesca y un funeral patético. Los llantos, las lamentaciones y las reacciones más tristes no eran solo de jugadores, técnicos y seguidores franceses: también de la tropa antiMessi en los medios de comunicación. Muchos de ellos son viejos conocidos en estas cuestiones, como Tomás Roncero, Juanma Rodríguez, etcétera. Las gafas madridistas hacen que perciban la realidad de una forma muy distorsionada, tan cómica como exaltada. Seguramente por la cabeza del astro argentino pasaron sus caras, nombres y afrentas, mientras celebraba como loco la consecución del título con sus compañeros de selección. Una conga en la que él era el líder idolatrado, pero en la que se comportaba como un soldado raso. Saltaba, bailaba y cantaba como si fuera un juvenil, pero eso sí: siempre con la Copa en sus manos. Un momento de éxtasis en el que se escuchó una canción con dinamita, y que la dedicaban precisamente a sus haters periodísticos.
El cántico no era nuevo, es un habitual de los aficionados más fieles del albiceleste, pero en la gran noche del estadio Lusail el significado era pleno y más desgarrador que nunca. Messi desgañitándose: "¡A Argentina yo la quiero, porque es un sentimiento la llevo en el corazón, y no me importa qué digan esos putos periodistas, la puta que los parió!". Plas, plas. Las bofetadas de 'D10S', épicas. Tenía que pasar, no les habrá cogido por sorpresa. El "qué mirás, bobo" del día de Holanda ya les advirtió de que la tormenta estaba a punto de desatarse. Miren el vídeo:
Dedicado a la caverna y a los periodistas que se dedicaron a difamar e insultar a Leo Messi en sus 15 años en el Barça
— madridblaugrana MESSI CAMPEON DEL MUNDO (@madridblaugrana) December 18, 2022
A MAMAR pic.twitter.com/avX90bpcAc
Es un mal día para todos los que ridiculizaban a Leo Messi. Toca recoger cable y aguantar el chaparrón. Será enorme.