La España monárquica y constitucional está de fiesta, la princesa Leonor ha jurado bandera. Ha costado, estaba nerviosa, temblorosa, inquieta. Pero no era tan difícil, solo había que ser obediente, prestar atención mientras desfilaba y mantenerse derecha como un palo. Bien, y recordar consignas, gritos e himnos en abundancia. La ceremonia ha salido bien, en todo caso, ha aprobado la primera gran puesta en escena de su etapa castrense. Ya es uno de ellos, con todos los honores. Incluso tiene la bendición del gran ídolo del Ejército español. Y no es Felipe VI, no. Tampoco Juan Carlos I. La auténtica estrella lleva muerta desde 1975, y es el causante de una revuelta antidemocrática, de una Guerra Civil, de una dictadura y de una represión a la altura solo de los escogidos en el Olimpo de la infamia: Francisco Franco.

Que el franquismo está instaladísimo en la vida militar es como decir que el agua moja o que el sol sale cada mañana. Y que forma parte del corasonsito de Zarzuela, también. La monarquía volvió a España de la mano del dictador, que diseñó la reinstauración precisamente para perpetuar el legado fascista. Juan Carlos fue el escogido y Felipe, su sucesor, también fue ungido por el general. Leonor es la última pieza de esta cadena repulsiva, y que ha acatado de manera pública durante el acto en la Academia General del Ejército de Zaragoza. Dos detalles son reveladores. El primero y principal, durante el homenaje a los caídos, celebrado después de las dos pasadas que los reclutas han completado en el patio de armas.

Mientras dos afectadísimos cadetes ofrecían una corona funeraria al monolito instalado en la Academia, un tapiz de color rojo y letras doradas llamaba la atención del espectador. Tenía una inscripción dedicada al General Franco, nombrado director de la Academia el año 1927, cuando se volvió a poner en funcionamiento. Lo escogió Primo de Rivera, que lo tenía en muy buena estima, premiándolo por su papel en la guerra en África. Años después, este pequeño dictador llegaría muy lejos, provocando la fractura más bestia del Estado español, con sangre, muerte y odio. En 1940, acabada la guerra, dejaría su cargo, pero convertido en una deidad. Una a la que los nuevos soldados presentan sus respetos. Leonor de Borbón Ortiz, también. Franco continúa vivo.

Franco en la jura de bandera de Leonor / TVE
Juan Carlos I y Franco / EFE

El otro gesto de tufo casposo y franquista ha llegado durante el canto del himno de la Academia. Fue compuesto el año 1974, en las postrimerías de la existencia del dictador, pero no se ha actualizado en democracia. Pa' qué. Felipe VI, desde la tribuna presidencial y bien derecho, y su hija princesa con la mirada perdida, se desgañitaban con la composición, que en su primera estrofa ya dice mucho de qué tipo de España hemos visto en esta mañana de 2023: ""Honor y Gloria de la Raza, tus cadetes España serán y a la grandeza de tu historia, laureles nuevos sumarán" La raza (española) como concepto. Qué asco.

El himno de la Academia en la jura / TVE
Leonor canta / TVE