Letícia Sabater es a la Navidad como Ana Obregón al verano. Inseparables. Ahora bien, a Obregón sus posados en la orilla del mar le salieron mucho más rentables que los villancicos a la barcelonesa. Sí, amigas y amigos, lo ha vuelto a hacer. Sabater quiere que odiemos los villancicos. El año pasado fue "El polvorrón". Este año, la tortura se llama "Trínchame el pavo". Dos elementos probatorios de: 1) la ausencia de cualquier rastro de talento musical, interpretativo o artístico. 2) la falta de amor propio de la expresentadora. 3) que va muy y muy necesitada de afecto... y de algo más, como ya escuchamos en "18 centímetros papi". 4) que le han estafado en la clínica de estética, o que desde que se operó no ha parado de comer 'mantecados'. Los puntos 1, 2 y 3 son consecuencia directa de cometer la temeridad de apretar el 'play' en el videoclip o montaje audiovisual de primero de primaria. Esperpéntico es una palabra que no consigue definir completamente la mamarrachada.
Si han sobrevivido a la experiencia terrorífica de aguantar más de 20 segundos escuchando a Sabater, felicidades... o nuestro pésame. Pero vamos al punto 4 de lo que describíamos unas líneas más arriba. Eso de que le han estafado en la clínica de estética. Como recordarán, Letícia se hizo un hartón de salir en programas de televisión después de someterse a una complicada operación de estética para lucir los abdominales de Madonna. Ejem. Todo fue 'de perlas'. Tanto que a Cárdenas le dio envidia y todo. Pero unos meses después, el 'six pack' de la cantante ha desaparecido radicalmente. De Madonna a Jabba The Hutt. Juzguen ustedes mismos.
Letícia Sabater, el expediente X de la música y la cirugía, vuelve a casa por Navidad, como aquel anuncio de turrones.