"Quim Torra necesita un psiquiatra. A este hay que tomarle la matrícula". Son palabras del socialista José Bono a Susanna Griso. El exministro de Defensa presenta nuevo libro y aprovecha, como cualquiera que se sienta en el plató de Espejo público, para lapidar e insultar al independentismo. Mucho más pelota se muestra hablando, como no, de los Borbones. ¿Dónde? En el tercer tomo de sus diarios que se acaba de publicar: 'Se levanta la sesión. ¿Quién manda de verdad'?. De gente que manda, y de gente que chupa del bote, está lleno su libro.

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Uno de los que aparece más es el rey Juan Carlos. El emérito tiene un especial protagonismo cuando el autor habla del golpe de Estado de Tejero: "El rey lloró el 23-F cuando escuchó el tiroteo en el Congreso y me dijo que no esperaba tiros. No esperaba disparos, pero ¿esperaba algo?". Es la pregunta que se hacía Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa Real entre 1980 y 1993, uno de los testimonios que aparecen en la obra, antes de fallecer. "Esa pregunta, retórica, sugiere que el monarca estaba al corriente de alguna acción en la Cámara Baja", escriben en El español. Lo más jugoso, sin embargo, es cuando la biografía de Bono recoge lo que piensa Juan Carlos de su hijo Felipe y de la patada que le dieron para que abdicara y se sentara en el trono su hijo.

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Porque, que JC no quería abdicar, lo tiene claro todo el mundo. Bono también, según una confesión que le hizo el mismo monarca después de un encuentro con el entonces coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara: "Se presentó en Zarzuela sin corbata y lo primero que me dijo es si me parecía bien que nos tuteásemos. Atiné a responderle: 'Lo que usted quiera'. Siguió tratándome de tú durante toda la entrevista y me explicó que traerían la Tercera República. Yo le aseguré que 'Seré rey mientras quieran los españoles'". O mientras quiera su hijo. Todavía más muestras de cuánto le gustaba a Juan Carlos su lugar de privilegio:  "En el verano de 2011, tres años antes de abdicar, el monarca dijo: No pienso abdicar, me muero de rey en la cama, pero no abdico'". 

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Juan Carlos todavía está vivito y coleando. Pero sí que ha abdicado. Y tanto que ha abdicado. ¿Por qué, entonces, esta voluntad de aferrarse? Por lo que pensaba de su heredero y del futuro de España:  "Hace unos años quizá podría haber pensado en dejarlo, pero ahora estoy seguro de que pongo en peligro la continuidad de la monarquía. El príncipe está aprendiendo mucho, pero no tiene mi carácter campechano". Una calidad que él consideraba indispensable para reinar en un país como este. La campechanía y el ir a cascoporro: Felipe tiene mucho que aprender todavía y se equivoca cuando quiere ganarse a la gente de uno en uno, llamándolos al despacho. Debe ganárselos de mil en mil, porque de uno en uno va a conseguir sus objetivos cuando sus nietos tengan cien años"... Hay unos cuantos millones en Catalunya a los cuales no se ganará ni de uno en uno ni de mil en mil. Por mucho que siga los consejos de su padre.