Santiago Abascal es el caudillo facha español del siglo XXI. Un ultra nacido en el País Vasco, tierra, cultura, lengua y sociedad odiada por su credo. Curioso. A su lado hay una mujer que triunfa como influencer y que es madre de sus dos hijos: Lidia Bedman. La casualidad ha querido que ella también haya nacido en territorio 'comanche', es decir: en los Països Catalans, en Alicante. Los dos quebraderos de cabeza del españolismo conviven en el matrimonio más retrógrado del planeta Españistán. Ahora bien, mientras que Abascal siente repulsión y alergia en todo aquello que tenga aroma a vasco o euskaldún, su querida no hace lo mismo con sus raíces. Sí, Bedman habla en catalán. Y no sólo en la intimidad. Herejía, herejía.
A pesar de vivir una realidad propia del NO-DO en colores, cada vez tenemos más claro que Lidia tiene un ojo siempre atento a todo lo que pasa en el mundo catalanohablante. Por ejemplo, es seguidora de una presentadora de la pérfida e indepe TV3, la querida Laia Ferrer. Cuando Bedman la ve haciendo yoga y posturas imposibles, no puede contenerse y le envía corazones virtuales. Dra. Jekyll i Ms. Hyde, vaya. No sabemos que pensará Abascal, más próximo a disfrazarse del Cid, ir a corridas de toros o hacer numeritos en plan reconquista.
La última muestra de esta bipolaridad es el mensaje que la mujer de 37 años ha compartido estos días, coincidiendo con la Semana Santa y una tradición muy arraigada: la mona de Pascua. En su casa, antes de conocer al señor VOX, Bedman y los suyos se la zampaban muy a gusto en familia, e incluso cantaban una canción popular... en catalán. Y ha sobrevivido sin perder la lengua o los dientes, increíble. "A berenar la mona. «Ací em pica, ací em cou, ací em menge la mona i ací et trenque l’ou»". Una mona tradicional del País Valencià, claro, con los huevos duros coronando el pastelito.
Resulta curioso leer las reacciones a esta publicación de Bedman. Entre sus seguidores hay una multitud de simpatizantes, votantes y exaltados del partido de su marido. Hay quien ha aprovechado la ocasión para disparar contra los 'catalufos': "Eso sí que son monas las auténticas y no las de Cataluña". Muy bien, claro que sí. Que no se pierdan las buenas costumbres fachas. Ahora bien, alguno también aprovecha para lanzarle una pullita muy bien parida: "¡Eso no se español! Me alegro que hables otros idiomas. Espero que tú marido deje de insultar a los catalanes".
La hipocresía es muy puñetera. Aquí, en Alicante, en Murcia y en la China Popular.