Hoy es un día triste para el bueno de Llucià Ferrer, el excelente presentador del exitoso concurso Atrapa'm si pots que cada fin de semana es una de las opciones preferidas por el público catalán. El de Manlleu está pasando por un excelente momento profesional y personal. No sólo le vemos en TV3, también recorre a menudo por la Catalunya que tanto ama con su El vermut de Ràdio Flaixbac, que pronto volverá a ponerse en ruta.
En la vertiente personal, sólo hay que ver cómo se deshace cada vez que está con su familia, con dos niños preciosos como Màrius y Úrsula por los que se desvive, y con los que a menudo graba vídeos impagables en la red con algunas ocurrencias o reacciones de sus hijos que lo desarman y que enamoran a sus seguidores.
Pero desde hace tiempo, Llucià también quería con locura a alguien más a quien ahora, lamentablemente, ha tenido que decir adiós. Su perro. O mejor dicho, el perro que tenía hace unos años. Esta preciosidad que ven en esta imagen: Stick. "Descansa pequeño mío. Gracias familia Ríos por haberlo querido tanto", ha escrito emocionado al saber que el animal acaba de fallecer.
Justo ahora hace tres años, el presentador informó a sus seguidores sobre el momento en que sus vidas se tenían que separar. Stick era el perro que tenían Llucià y su pareja hasta entonces, Irene. Un perro que fue a buscar a una perrera hace unos quince años, y que justamente fue un regalo para ella. Le pusieron de nombre Stick porque así es como se llama el palo con el que se juega a hockey patines, afición y deporte que practicaba Ferrer de joven.
Pero la relación de Llucià y su pareja se acabó y "ni ella ni yo nos pudimos hacer cargo de él. Entonces, con mucha pena, decidimos buscarle un hogar y que continuara su camino sin ninguno de los dos. Y tuvimos mucha suerte!". ¿Por qué? Porque lo llevaron a una familia para que lo cuidara, la familia Ríos, a quien ahora ha vuelto a mencionar.
Ellos lo han querido y cuidado muchísimo, tanto o más que Llucià. Un Llucià que algunas veces había ido a casa de esta familia, en Sant Pere de Ribes, a ver a Stick, y la relación era tan estrecha que, como él ha recordado para En Blau, "cuando iba, el perro me reconocía en el minuto 1".
Cada vez que lo iba a ver salía con una certeza y con la emoción a flor de piel: "Sólo puedo decir que ojalá las personas fuéramos la mitad de agradecidos y cariñosos que son ellos. ¡Gracias familia Ríos! He quedado acongojado de cómo me ha reconocido y cómo ha 'llorado' después de tantos años...". De hecho, los hashtags eran lo bastante explícitos: "#lección #elmejoramigo #stick #valialapenairene #jackrussell #emoción #agradecido #gracias".
Stick murió hace un par de días, ya tenía una edad y el pobre perrito estaba enfermo. Pero ni eso sirve de excusa para mitigar la pena infinita que se siente en situaciones como estas. El amor incondicional que tenemos a nuestros perros y el que tienen ellos por nosotros, el vínculo que se crea es tan grande, que cuando el animal muere, el vacío es difícil de llenar.
El mismo Llucià reconoce que "he quedado parado de lo que te puede llegar a afectar a la pérdida de un animal. Es la primera vez que me pasa y te quedas súper tocado". Le entendemos perfectamente. Los que hayan vivido una situación similar lo pueden constatar.
Todo el apoyo del mundo tanto a él como también, de manera muy afectuosa, el calor hacia la familia Ríos que lo acogió, que estarán igual de tocados que en él. Después de la muerte de Stick, Llucià no sabe si algún día volverá a tener otro perro. No quiere volver a pasar por lo que siente ahora, y se entiende.
Pero que Llucià y los Ríos recuerden siempre a Stick con una sonrisa de oreja a oreja. Su perro querido. Seguro que allí donde esté estará moviendo la cola y sacando la lengua y les querrá ver felices. Descanse en paz.