Este domingo acababa una de las semanas más complicadas que se han vivido en Catalunya los últimos tiempos. Especialmente Barcelona ha sido escenario de unas imágenes impactantes, sobrecogedoras, dolorosas, después de la sentencia a los presos políticos. Imágenes de fuego, agresiones, manifestaciones, persecuciones y violencia que duelen de ver a cualquiera con un mínimo de sensibilidad. Ha habido disturbios y se han aplicado medidas que tendrían que hacer avergonzar a más de uno y recapacitar a más de otro, empezando por los políticos, pasando por los radicales y acabando por los cuerpos de seguridad. Por eso unas 2.000 personas se concentraron ante la jefatura de la policía española en Via Laietana.

A.R.

Una marcha por la noche que llegó desde la delegación del Gobierno. Gritos de "vergüenza me haría ser policía" o "este edificio será una biblioteca". Y un pacífico y conmovedor canto de Els segadors. Ah, y una multitud de luces de móvil encendidas evaluadas con un abyecto comentario según La Razón:

Hay que ser mezquino. Pero nada que nos extrañe. De la concentración, sin embargo, de la Via Laietana, destaca también otro hecho espontáneo, una acción que tuvo lugar durante la protesta pacífica de los manifestantes. Una de las personas congregadas, una profesora de música, Eulàlia Subirà, se arrancó a tocar El cant dels ocells con su violonchelo.

Unos momentos de serenidad, unas notas que en el contexto de los últimos días, llegan hasta el alma. Una interpretación del clásico de Pau Casals que Lluís Llach ha querido poner en conocimiento después de la grabación de una tuitera:

Quedémonos con la sentida interpretación y el todavía más sentido silencio respetuoso. Y no, no lo busquen: no lo encontrarán ni en El programa de Ana Rosa ni en Espejo público.