La semana que en el juicio al procés ha testificado Lluís Llach (declarándose independentista y gay contra el fascismo presente en la Sala), algunos cronistas unionistas lo han insultado para evidenciar que la ultraderecha ha vuelto. Vox en el Congreso y en la acusación popular y la ultraderecha cavernaria anidando en las páginas de los diarios. La lista de insultos que ha recibido el cantautor por haber declarado contra los abusos policiales del 1-O es larga.
"El abuelito del secesionismo" (La Voz de Galicia), "Su declaración fue una salida pública del armario irrelevante y un insulto a la inteligencia de todos" (Confilegal), "Llach testifica como un divo, falsa modestia a capazos y entonación trémula, lazo y gafas amarillas" (Libertad Digital). Impotencia homófoba unionista que se burla de que Llach llevara un libro de Raül Romeva y color amarillo en las muñecas, sobre los ojos y en el pecho. El columnista Salvador Techos, que se declaraba fan de Lluís Llach, ha segregado en el Diario de Girona una columna de odio.
Sostres sobre Llach: "Fue a hacer el diputadito con sus lamentables ideas medio fascistas medio ridículas (...) Llach mediocre, vulgar, totalitario, mentiroso, agitador de masas (...) de calle estrecha, populista, antiintelectual, trágicamente alejado de cualquier grandeza artística y ya no digamos moral, con gadgets amarillos como si fuera una pobre jubilada de la ANC que ha arrasado el merchandising de los puestecitos de una tarde de Diada (...) la Catalunya de L'Auca del senyor Esteve siendo Lluís Llach su propio hijo y nieto que se hunde él mismo el negocio". El juicio tiene una cosa buena: el país toma nota.