La puerta de salida del Barça femenino está teniendo mucho tráfico. Un puñado de jugadoras fundamentales en el éxito incontestable de las azulgranas dejan el club, como también ha hecho el entrenador Jonatan Giráldez. Mariona Caldentey y Sandra Paños habían encogido el corazón de la afición, que vivía con nerviosismo la situación de otra crack: la defensa inglesa Lucy Bronze. Desde que puso un pie en Barcelona hace dos temporadas, solo sabe ganar títulos en clave culé sobre los terrenos de juego. Solo los despachos le privaron del último trofeo, aquella Copa del Rey impugnada por alineación indebida de Geyse Ferreira. Acostumbrada a celebrar éxitos, ahora le toca probar la cara amarga de su relación con Barcelona y Catalunya. Es la hora del adiós. Se va.
Las negociaciones entre el club y la internacional inglesa de 33 años no han tenido final feliz. Tenía una oferta de renovación sobre la mesa, pero no le ha acabado de convencer por una razón estrictamente deportiva: por increíble que parezca, no tiene la titularidad asegurada. Así de bestial es la competencia en el campeón de la Champions League, donde hay pocas posiciones intocables. Lucy quiere jugar en el tramo final de su carrera. Ganar también, pero con el balón en los pies. Se ha dejado la piel en cada partido, en cada entrenamiento, incluso en el banquillo. Ha ayudado a las compañeras, ha hecho piña. Ha creado relaciones muy importantes, ofreciendo consejo a Alexia Putellas durante su calvario con las lesiones, o confraternizando de manera íntima con una "rival" como Ona Batlle. Bronze es un ejemplo de actitud, de facultades y de talento. Es una lástima, pero nos tiene que decir adiós.
El anuncio del fin de la vinculación con el nuevo Barça de Pere Romeu llegaba hace 24 horas. La jugadora, de vacaciones en Cuba, digirió la separación masticándola lentamente, con nostalgia y pena. Finalmente, ha encontrado lo necesario para dirigirse a una afición que la ha cuidado, animado y respetado desde el primer día. Con dificultades para contener la emoción, Lucy ha hablado. Y nos ha helado la sangre, hemos llorado: "Buenos días, culés. Siento no haber podido hacer esto en persona. Os quiero dejar un mensaje: desde el primer día en el Barça hasta el último me he sentido como en casa. He sido muy feliz con esta camiseta".
Aparte de ofrecer una camiseta firmada a sus fans, el mensaje es sinceridad y agradecimiento: "Me ha encantado cada momento. La vida, la ciudad, la cultura, el equipo, el club y la gente. Muchísimas gracias. Solo han sido dos años, dos temporadas, en las que lo hemos ganado todo juntas y por eso soy muy feliz. Feliz de ser una pequeña parte de la historia" del FC, Barcelona y de sus páginas más brillantes. Difícil no sentir empatía con las palabras de la crack británica. La echaremos de menos. Es tu casa, Lucy. Gracias a ti.