Los músicos de cierta edad viven una paradoja: disfrutan del reconocimiento y la fama de una gran carrera pero ni la voz, ni el físico ni el cerebro les funciona igual. El Camilo Sesto mexicano es Luis Miguel. En pleno revival europeo gracias al biopic de Netflix, tiene problemas graves para acabar un concierto. En México el lunes por la noche pasaba eso:
Que rollo con #luismiguel ausente la mitad del concierto. Y la canción avanzando. Que alguien le ayude y lo metan a rehab pic.twitter.com/oYbrVUAUCC
— Armando Tamez Cetto (@Armando_Tamez) 20 de noviembre de 2018
Suena la música pero no hay nadie en el escenario. ¿Dónde está el cantante? Los fans se abalanzan "Que lo metan en rehabilitación". Las adicciones a la droga de una vida complicada, que la serie muestra en su enormidad, le pasan factura a El Sol. Las crónicas explican que empieza a cantar a media canción, que se olvida de la letra, "Así toda la noche. Ausente y sin empezar ni cantar una canción completa. Pena ajena ver a Luis Miguel así" explica El País. No cantó, lo regañaron, huyó de los fans... Un drama ante de miles de espectadores.
No es Martin Sheen sino Luís Miguel muy inchado, mal operado, con un tupé telarañoso y un cerebro falto de oxígeno.
Así el concierto de hoy @LMXLM #luisMiguel @AuditorioMx @ocesa_total @Profeco no cantó, estado inconveniente, la gente abucheando. Esto debe solucionarse se pagó por un buen servicio no por esto pic.twitter.com/c7s5Hvewqr
— Yoliz (@YolizTenorio) 20 de noviembre de 2018
Los booooo, booo del público truenan como un clic dentro del atormentado, herido y golpeado cerebro de Luis Miguel. Que no culpe a la noche, de que no culpe a la lluvia. Que se culpe él mismo.