Desde el mes de enero que TV3 celebró 40 años han ido apareciendo fuera de la cadena grandes mitos de TV3 que la Gala no invitó o no consiguió convencer. Son los grandes ausentes como Puyal, Júlia Otero, Jordi González, Alfons Arfús o Mikimoto. Pero tras los nombres de los grandes hay toda una serie de presentadores de la casa que si bien no son popes de la TV han alcanzado un nivel de popularidad y estima que hace que también merezcan ser recuperados. Este domingo el Ara hace justicia con uno de los presentadores olvidados por TV3 pero recordados por los espectadores con admiración y ternura: el MágicoAndreu. Fue una de las caras más potentes de la cadena los años 90, con programas tan recordados como La mágica magia del Mágic Andreu y especialmente Això és massa, un show de magia con invitados del nivel de Pepe Rubianes o Charlton Heston que hacían de partenaires de los trucos del showman Mágic Andreu. Acababa cada número poniéndose una medalla exclamando "Es que soy bueno". Mítico.
El diario tiene el acierto de hacer una entrevista audiovisual porque todo el mundo quiere ver y escuchar cómo es ahora el Mágic Andreu, con 76 años. Está un poco mayor, con el pelo blanco pero con sus gafas y bigote inseparables. Tiene un aire a Ferran Monegal o a Josep Maria Minguella. Así vive ahora el señor Francesc Andreu, de nombre artístico Mágic Andreu: "Empecé haciendo trucos de magia en un hotel de Lloret de Mar pero sin cobrar, solo las propinas. Puse a la salida un sombrero con un cartel que decía 'Dejáis aquí el dinero para comprar la comida del conejo". Así gané el primer sueldo de mago. Àngel Casas me vio haciendo magia en un restaurante y me puso en TV3 para entretener al público de plató cuando los espectadores de casa veían anuncios. Tenía tanto éxito en el plató que Casas decidió que saliera en directo en el programa". Así empezó en la TV, de animador que no sale en antena.
El Mágic Andreu tiene el peso de no haber recibido la ayuda de nadie: "Mi padre no me ayudó económicamente y tuve que trabajar con la ilusión de hacer una cosa que me gusta. Me levantaba y me decía soy mago. Yo he creído en los sueños. Hasta los 32 años que no empecé a hacer magia no empezó mi vida. La época de TV3 trabajaba demasiado, a base de cafés. Estoy contento con la vida de ahora, haciendo galas que me las pagan, congresos, tengo una tienda de magia. No me jubilaré de mago, no iré a jugar a la petanca". A los 76 sigue trabajando al ritmo que él quiere. A una edad donde todo el mundo hace años que se ha jubilado, sorprende confesando que todavía vive hacer magia profesional, no en la TV sino en teatros o salas pequeñas y en congresos haciendo de animador. Lo lleva en la sangre.
Conserva una ONG para ayudar a los más necesitados de Nepal, donde pone dinero después de cada gala. Y en el Hospital Vall d'Hebron hace 50 años que actúa para los niños enfermos de cáncer. Dos gestos para mostrar la grandeza del personaje, lo más opuesto a un divo, un famosillo o una estrellita de la TV. Se ve a los 90 años haciendo trucos de magia: "Me estoy montando un número de magia para cuando vaya en silla de ruedas. Y otro truco que solo pasará en un geriátrico". Y una noticia rosa: "El amor de mi vida ha llegado, en agosto me caso. De una de mis parejas anteriores tengo una hija que hace magia, Joana Andreu. Pero esta pareja de ahora será mi cuarta mujer, cosa que quiere decir que ser ilusionista es mantener la ilusión". Una entrevista que rehúye al mago que salía en TV3, no explica nada más que allí trabajaba demasiado, para centrarse en la vida de un hombre que ha vivido por y para la magia y que morirá haciendo un truco en su residencia geriátrica. La mágica vida del Mágic Andreu merece ponerse otra medalla.