Que Makoke es una mujer bien guapa, atractiva y en un estado de forma digno de admiración a sus 54 años no lo puede discutir nadie. Ahora bien, que la colaboradora televisiva y exmujer de Kiko Matamoros juega un poco sucio en sus redes sociales para parecer más joven, más estilizada y más delgada, también. Tiene un ritmo de vida envidiable: Vive en una exclusiva urbanización madrileña (veremos si por mucho tiempo), disfruta de las mejores playas día sí, día también, y su vida social parece rica y variada. Estos días la tenemos en Ibiza alternando fiestas, bronceado y chapuzones mediterráneos, al margen de no perder de vista su principal ocupación: Fotografiarse sin descanso y dar envidia a sus seguidores en redes. Pero, ¡oh, sorpresa! La línea que separa la realidad y la ficción es frágil, como la línea que marca "la curva de la felicidad". Las comparaciones, sí, son odiosas.

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@makoke_

Makoke esconde su barriga, señoras y señores. Como el resto de mortales. Lo hace de forma descarada en sus publicaciones, cosa que no sorprende ya que, al final, Instagram es un escaparate que sirve para alimentar el ego y la cuenta corriente. Más difícil es mantener la respiración constantemente mientras son otros los que te fotografían, y claro está, se te acaba viendo el plumero. Es el precio del postureo en las redes. Tenemos más pruebas, pero creemos que con estas es más que suficiente.

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@makoke_

La pregunta es: ¿Hace falta que una mujer exuberante como la malagueña sea esclava de su imagen? ¿Hay alguien que, objetivamente, pueda decir que Makoke "al natural" no sea un bellezón? La respuesta (al menos en EN Blau) es meridiana: Menos artificios en redes y más baños ibicencos llenos de naturalidad. Somos humanos, Makoke. Y todo el mundo te seguirá encontrando "asquerosamente" atractiva.