Malú y Albert Rivera forman una pareja extraña. Así, a primera vista, nadie daría ni veinte céntimos por ellos. Ni en 2019, cuando saltó la noticia, ni este 2023, una hija y muchos rumores de separación después. La realidad es que siguen juntos, cosa que hace reventar el cerebro de propios y ajenos. Una tiene un talento indiscutible sobre el escenario, cuenta con el excelso ADN de Paco de Lucía en las venas y ha construido una figura de impacto en la industria musical. El otro, Rivera, pues... es Albert Rivera. Dejémoslo así. Todo lo que toca ya sabemos cómo acaba. ¿Una pista? Muy mal. Y ya se sabe, todo lo malo se pega. O mejor dicho, "todo lo malú".
La artista siempre ha demostrado una personalidad reservada, discreta, a menudo arisca. Pero desde que comparte su vida con el expolítico, cada vez cuesta más empatizar con ella. De hecho muchos la consideran como antipática, excepto evidentemente su tropa de incondicionales. Sus movimientos son siempre misteriosos, con un aire turbio, nada transparente. La gestión que hace de su relación es un reflejo fidedigno. Sabemos que no se han separado porque Albert tuvo que salir a la palestra y desmentirlo, tras una retahíla de indicios que daban la historia por muerta. Malú no lo nombra en sus momentos más importantes, no van juntos de vacaciones, ni siquiera a acontecimientos de ocio u ocasiones especiales. Vidas separadas con un único vínculo: su hija Lucía. Una niña que también permanece en el anonimato más absoluto, el único comportamiento comprensible en todo este serial. Del resto, que alguien nos haga un croquis, un esquema o un dibujito, por favor.
Malú y su negocio ruinoso: no es Shakira
En el catálogo de actitudes extrañas de la artista hemos de añadir lo que está pasando con uno de sus negocios derivados de la música: la venta de merchandising en su web. Gracias a un artículo del divertido y desgarrador periodista musical Odi O'Malley, descubrimos unas maniobras que hablan de desesperación, de liquidación total, de saldos. Un sálvese quién pueda ridículo y que deja su marca en paños menores. Si Shakira está haciendo caja extra vendiendo sudaderas a 60 dólares con el lema "las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan", Malú las pasa canutas para colocar su stock. No factura como la colombiana, vaya. El negocio es una ruina en todos los sentidos: para ella, para la compañía discográfica que la contrata y, muy importante, para sus fans y compradores. Y explicamos el por qué acto seguido.
Rebajas salvajes en el merchandising de Malú: precios ridículos
Malú se está quitando los pongos de encima por la vía rápida y barata, muy barata. Ha aplicado una bajada salvaje de los precios del catálogo, donde encontramos ropa, artículos para el hogar, pulseritas inservibles y horteras, mochilas... Todo muy útil y con un logo gigante del nombre de la cantante, claro. Precioso. Cubrirte la cabeza y protegerte del sol con su gorra ha pasado de 20€ a 4. Ponerte una de sus camisetas, de 25 a 2. Hincharte de café en su botella portátil, de 10 a 1. Meter todo este botín en una tote bag exclusiva, de 20 a 2. Y así todo. Esto son descuentos y no lo que hace el Black Friday. La estrategia ha funcionado, la mayoría de los artículos se han agotado. Los seguidores están alborotados. Eso sí, las ganancias serán una broma, y los compradores tendrían que escandalizarse y sospechar: si algo pasa de 20 euros a 2, la calidad está en entredicho. Para pensárselo.
¿Mejor llama a Kiko? Who the fuck is Kiko cuando puede uno llamar a Malú (@_MaluOficial_) e invertir 0,90 hasta en comprar su álma.
— ������������ ����'������������������������ ツ (@odiomalley) February 28, 2023
Así ha sido su teletienda en rebajas de estos días.https://t.co/g23gWSPHYR
"Lo estamos dando, lo estamos regalando". Es el mercadillo ambulante de Malú.