Votar en las elecciones puede convertirse en toda una aventura para aquellos ciudadanos del estado que vivan fuera del territorio español. Una aventura que se explica con sólo dos palabras, pero que puede costar dolores de cabeza, cabreos de campeonato y desesperación a aquellos que lo viven de cerca: voto rogado. Es decir, que como vives en el extranjero tienes que pedir ('rogar') al estado que te conceda el derecho a sufragio y los medios para hacerlo. Parece sencillo, pero acaba siendo una odisea con final infeliz. Es la norma existente en España desde 2011, y ha sido una fuente inagotable de protestas, conflictos y problemas. Aunque, en algunos casos, la palabra 'odisea' se queda muy corta. Parece un castigo divino y un cachondeo con mucha mala leche, como le ha pasado (perdón, le ha vuelto a pasar) al corresponsal de TV3 en Moscú, Manel Alías.

Votos Elecciones generales Sergi Alcàzar

Alías está indignado, y con razón. Es 13 de noviembre, han pasado casi 72 horas desde que se cerraron los colegios electorales por el 10-N, y patapum: la oficina de correos de la capital rusa en la que periodista solicitó ejercer el sufragio recibe las papeletas necesarias para votar: "Ya tengo las papeletas para ir a votar en las elecciones que se harán el domingo... ¡pasado! Las maravillas del voto rogado". Al menos, no le falta el humor, el mejor analgésico contra la inoperancia del sistema. Pero desgraciadamente, la jaqueca, el dolor de barriga y de aquello que no suena no es una enfermedad puntual: es crónica. Ya le pasó el mismo el 28-A (las papeletas llegaron el día 6 de mayo), y en esta cita con las urnas Alías ya se olía que volvería a ocurrir. Os dejamos los tres tuits que resumen el vía crucis electoral del corresponsal, y la solidaridad de sus seguidores.

Manel Alías TV3 @manelalias

Sólo un dato: ha tardado menos en ponerse de acuerdo al PSOE y Podemos (sí, por una vez) que unos sobres en recorrer 4100 kilómetros. Recuerden. Vivimos en 2019. La era de Internet. ¡Qué narices, si estamos entrando en la era de la robótica! Y las papeletas viajando por el mundo en diligencia, como mínimo. Por no hablar de aquello de la democracia moderna, el derecho a sufragio, etcétera. Todo muy a la última, y muy lógico. Hasta las próximas elecciones, Manel. ¡Suerte!