En el unionismo hay una epidemia de divorcio. La paradoja es que están en contra de que Catalunya se separe mientras ellos se divorcian uno detrás de otro. Del rey emérito para abajo, todos quieren librarse de las parejas pero Catalunya, que se aguante con España. La infanta Elena o Cayetana Álvarez de Toledo, tanto da. Fuera maridos. La contradicción ya es sideral cuando se manifiestan por la unidad de España con el lema "Mejor unidos" y resulta que todos los que sostienen la pancarta se divorcian. Mario Vargas Llosa dejó a su esposa de toda la vida por Isabel Preysler. Albert Rivera se separó de la madre de su hija después de 3 años de matrimonio. Y el último flamante fichaje del anti-independentismo, Manuel Valls, acaba de separarse de su mujer después de 12 años juntos, según publica Paris Match.
El exprimer ministro de Francia llevaba 8 años casado y 4 más en pareja con una violinista parisina, Anne Gravoin. Ahora que Valls desfila por su ciudad natal, Barcelona, de la mano de Sociedad Civil Catalana, Albert Rivera le ha contagiado las ganas de divorciarse. Hace un mes decía en las calles de Catalunya: "El proyecto separatista ha fracasado". Quizás pensaba en el "proyecto socialista" francés que él ha hundido. No llegó ni a la segunda vuelta de las presidenciales quizás porque Valls, del brazo de Albiol y Cospedal, socialista no parece.
Valls confirma la noticia, reconoce que es "un acto doloroso" y pide respeto por su vida privada. Cuando abandone el Parlamento francés, donde es un diputado tránsfuga exsocialista, podría presentarse en Barcelona por las listas de Ciudadanos. Buscan candidatos a la alcaldía. Valls podría sacar más votos que Jordi Cañas, la otra opción de Rivera.
La respuesta no la puede susurrar al oído de su ya exmujer. Quien toca el violín no es ella sino el unionismo, disimulando sus fracasos sentimentales.