Dios los cría y ellos se juntan. El candidato (esponsorizado por Ciudadanos) a alcalde por Barcelona, Manuel Valls, ha celebrado la Diada de Sant Jordi firmando libros (Barcelona, vuelvo a casa), haciendo campaña y paseando por los diferentes stands que llenan las calles de la ciudad. Paseos con la ilusión de un niño inmortaliza cada momento para dar testimonio del gran ciudadano barcelonés y universal que es el ex primer ministro de Francia. Un señor muy importante, con amigos muy importantes, y con ídolos muy importantes...para la causa que defiende, claro está: El unionismo. Y uno de los unionistas más recalcitrantes que ha pasado por Barcelona firmando su "La España en la que creo: En defensa de la Constitución" ha sido el ex vicepresidente del Gobierno Español durante la época de Felipe González: Alfonso Guerra. Guerra y Valls, Valls y Guerra. La química ha sido instantánea, con el francés sacando su espíritu fandom con uno de los azotes del indepententismo, aparte de ideólogo de los GAL y de la guerra sucia del estado.
"Un político al que siempre he admirado", dice Valls. Admira al autor de frases como "TV3 es el cáncer de Catalunya", "Rufián y Tardá inoculan el odio a España", "los nacionalistas son provincianos", etcétera. Un ejemplo de moderación y fraternidad, vaya. La fotografía quedará muy chula en el timeline de Twitter del alcaldable, incluso en el salón de su casa, pero no estamos tan seguros de que la gente (con memoria histórica y política) valoren de la misma forma el entusiasmo de Valls.
Alfonso Guerra, como veis, despierta pasiones: Desde la "cal viva" al "cepillaestatutos", pasando por la corrupción o las puertas giratorias, los "elogios" al andaluz son ricos, variados... y negativos. Al francés, sin embargo, le da lo mismo. Es lo que tiene el fenómeno fan, que te hace perder la objetividad y el juicio. Y de juicio, ni Guerra ni Valls van sobrados últimamente.