El machismo, las agresiones y el acoso son la cruz con la que tienen que convivir las mujeres por utilizar las redes sociales. Una lacra tan impune como extendida, y que sufren personas anónimas y otras con trabajos y repercusión pública por igual. No importa el detonante de este tipo de episodios abyectos: con una fotografía de perfil es suficiente para desatar la ignominia de los 'machirulos', dirigiéndoles mensajes penosos, hirientes y nauseabundos. En el caso de las periodistas, sin embargo, el hecho de estar más expuestas a la opinión pública las convierten en más golosas para esta banda.
Es lo que acaba de denunciar Mar Poyato, periodista de RAC1. Su domingohabía empezado relativamente bien hasta que se ha encontrado con tres mensajitos de un seguidor del que no ha querido revelar la identidad, porque atención: aunque la víctima de la agresión sea ella (o tantas otras mujeres), compartir el origen del ataque machista le puede traer problemas. Este es el mundo absurdo que nos ha tocado vivir, y al que nadie pone remedio efectivo. Ella es Mar, comunicadora de Manresa de gran trayectoria: ha estado en Telecinco, Cuatro, TV3, 8TV y Ona Catalana, y desde hace tiempo en los informativos de la radio del Grupo Godó.
"Buenos días. Vuestro domingo, ¿qué tal?", escribía Mar poco antes del mediodía, compartiendo los mensajes recibidos a las dos de la madrugada de la noche anterior. Un sujeto que se le dirigía a estas horas intempestivas, vete a saber en qué condiciones, para decirle cosas feas y lamentables, pero que son la realidad para miles de mujeres. "Hola", empezaba. Hasta aquí, todo más o menos bien. Con la segunda sandez, sin embargo, la cosa cambiaba radicalmente: "Puedo dormir contigo". Una proposición que se sacó de la manga, o mejor dicho, de otra parte de su anatomía que parece tener abandonada. Y no nos extraña. El tercer intento es el que lo retrata como un ser absolutamente vomitivo: "Te doy 50 euros". No hay que añadir mucho más. Abominable.
La reacción de los seguidores de Poyato ha sido inmediata, y la mayoría le han dado su apoyo condenando al sinvergüenza con contundencia. Desgraciadamente también hemos encontrado internautas que han encontrado el episodio muy divertido y un motivo para ejercitar su ocurrencia. No los reproduciremos: en estos casos, tolerancia cero. Se empieza riéndole las gracias a un acosador, y se acaba como se acaba. Tristísimo.
Toda nuestra solidaridad, apoyo y calor con las mujeres agredidas. Y el rechazo más enérgico a aquellos que las maltratan, las denigran y las violentan sin tener que pagar por sus actos. Ya basta.