Marc Martínez, popular actor de teatro, series y películas muy querido por el público, ha pasado por un hospital esta mañana de viernes, 11 de noviembre de 2022. Vaya por delante que deseamos que haya sido una visita sin importancia ni gravedad, y que él y los suyos se encuentren bien de salud. Lo que sí podemos asegurar es que ha salido de las instalaciones del Germans Trias i Pujol de Badalona con un estado de ánimo diferente al que entraba. Dos adjetivos pueden describir este mood, que dicen los modernos: estupefacción y desorientación. El motivo no es médico, más bien un tema mucho más mundano. Se le ha revuelto el estómago al salir de la cafetería, donde se había zampado un desayuno que prometía, sencillo pero gustoso: café, zumo de naranja y un bocadillo. De jamón serrano. Qué podía salir mal, ¿verdad?
El mítico mataiaies de TV3 es un hombre que levanta la voz cuando se encuentra con situaciones irritantes y descabelladas. Una de sus especialidades son los asuntos de la cotidianidad, del día a día. Lo hizo de forma muy activa, por ejemplo, durante la pandemia, estremecido con la situación de las playas de Barcelona, llenas hasta los topes. O la ausencia de cualquier indicio de distancia de seguridad en un avión comercial. También le fastidia la falta de civismo en la montaña, como cuándo recogió kilos de porquería mientras hacía una excursión con la hija. O el desprecio y maltrato al catalán. El abanico es muy amplio. Y va creciendo.
Marc se ha quedado de piedra y perdidísimo ante su desayuno. Los productos no eran el problema, parece que todo estaba en orden, limpio, comestible. Pero no los digerirá bien, porque había sorpresa final. La conocida como 'la dolorosa', la cuenta. No ha querido especificar de cuándo ha sido, pero la broma ha debido subir bastante. Y lo sabemos porque ha hecho una comparación que todos los que hemos pasado por un aeropuerto sabemos bien. "Por la clavada que me han metido de golpe he pensado que estaba en el Prat". Euros, euros, dubidú.
Si hay alguien que todavía no conoce la cotización de los productos más básicos de alimentación en las instalaciones de AENA, recordamos lo que denunció, por ejemplo, la periodista catalana especializada en Casa Real, Mariángel Alcázar. "Un atraco a mano armada", sentenciaba después de ver el precio de una botellita de agua mineral a temperatura ambiente apilada en una canasta: 3'80. No fue el único: Jordi Armenteras, de RAC1, lo confirmó. Incluso profundizaba más en el escándalo: "Ha llegado el día que el agua y el café ya son más baratos en un avión que en el aeropuerto del Prat". Hagan números: si Marc Martínez ha pensado que se había teletransportado del hospital público al aeródromo, imaginamos que ha tenido que pedir hipoteca para pagarlo. Un disparate.
Seguro que hay miles de excusas para justificar estos precios exagerados. Pero también miles más de motivos para quejarse.