Que 'Joc de Cartes' lleve siete temporadas en antena en TV3, más las ediciones especiales de verano, habla del éxito del programa presentado por Marc Ribas. Los números, también. Un miércoles más, líder indiscutible. Los datos son más discretos que la semana pasada, un 18.9% de cuota y 357.000 espectadores de media, pero inalcanzables para la competencia, que es de lo que se trata. No desfallece. Y buena parte de la "culpa" es del equipo que no se ve por pantalla y que piensa los capítulos, los concursantes y las temáticas. Anoche, por ejemplo, se sacaron de la manga una locura, con la búsqueda del mejor restaurante singular de las Terres de l'Ebre. La singularidad gastronómica de este territorio de señas de identidad tan marcadas fue delicioso. Cuando menos, como espectáculo. El resto... es más discutible.

Una cafetería-coctelería-restaurante con oferta de bocadillos en Amposta, un local de sushi en Deltebre, y dos establecimientos de Les Cases d'Alcanar: una restaurante a pie de playa y de lonja, y una pescadería y degustación en el interior de la localidad del Montsià. ¿Ecléctico? Noooo. Las Casas monopolizó lo mejor y lo peor de la noche. Porque ganó 'Les Palmeres' en un final muy ajustado, y porque Magda, la dueña de la pescadería, era todo un personaje. Pasará a la historia del programa por muchas razones. Algunas enternecedoras. Otras perturbadoras. Y una guinda desagradable. Sabe mal, la verdad. Pero pasó así.

Magda en 'Joc de Cartes' / TV3

Magda, la Lydia Lozano catalana, fue generosísima con las puntuaciones de los rivales. Demasiado. Puso dieces y nueves en abundancia, especialmente a Paolo, el de los bocadillos. No hay que decir que el resto no la correspondió, y se enfadó. Pero vaya, que al margen de querer ganar el dinero del premio, la peña tenía papilas gustativas, vista, olfato e incluso oído. Y a pesar de sus buenas intenciones, emotividad al recordar a la familia, y la supuesta experiencia manipulando el pescado, hacía aguas por todas partes. Si eso no fuera suficiente, Magda es de aquellas personas con sensibilidades esotéricas. Pasó las comidas hablando de espíritus y presencias chungas, obsesionada con otra restauradora que pobre, alucinaba. Pues mira, donde hubo presencias del más allá fue en su casa, en el interior de un espectacular calamar a la plancha que Marc Ribas tuvo que devolver a la cocina. Por sucio, por impresentable. Allí había cosas. Huevos y derivats. El desenlace, asqueroso.

Calamar sucio en 'Joc de Cartes' / TV3
Marc Ribas con el cuchillo sucio / TV3

Después de excusarse diciendo que su ayudante había limpiado mal la pieza (recuerden: ella es el dueña y pescadera de toda la vida), tuvo los santos de esos de retornar el mismo calamar, a medio cortar por el chef Ribas, después de que alguien le pasara un cuchillo por el interior, retirando una parte de todo aquello que va SIEMPRE a la basura. No cambió la pieza, no. Tampoco la lavaron minuciosamente. Indigno. Seguía bruto. La cara de Marc y su gesticulación lo decían todo. Y la calvada final con la cuenta acabó de matarla. La red se moja en masa. Magda, así no.

Marc Ribas devuelve el calamar a la cocina / TV3