Las cabezas pensantes de 'Joc de Cartes' han afinado mucho en esta sexta temporada. Estamos asistiendo a capítulos para enmarcar, divertidos, emocionantes, exuberantes. Con todos los ingredientes que han convertido el concurso en un imprescindible de la parrilla de la tele pública, y que provocan un reconocimiento doble: el de la audiencia, una vez más estratosférica (25% y 515.000 espectadores, el programa más visto del día), y el de la profesión, con su primer premio Ondas. Por clavar, incluso han hilado muy fino con el timing de los episodios: a las puertas de la Navidad, tocaba un buen banquete. Y por eso volvimos a visitar la ciudad de Lleida, de donde Marc Ribas salió por primera vez con dos ganadores. Uno, el oficial. La otra, a pesar de quedar en segundo lugar, fue la campeona moral. No ganó los 5.000€, pero si la simpatía del público y del propio presentador y chef. No le faltarán nunca clientes, estamos seguros.
Que quede claro que esta situación tan poco usual no obedece a una injusticia flagrante ni a estrategias chapuceras de los participantes para conseguir el triunfo final. La cosa fue muy ajustada. El 'Pla del Bosc', con Bernat Vinyals al frente quedaba en primera posición por oficio y para tener un establecimiento muy bonito en Bellpuig. A muy poca distancia, Mònica Serós, con su 'Lo Celler de Ca l'Hereu', en Alcarràs. Un templo de la brasa, donde la capitana es ella y sus padres hacen de ayudantes indispensables. Mònica explicaba que montó el restaurante para ayudar a su padre, que se había quedado sin trabajo con una edad complicada para volver al mundo laboral. Un problema muy extendido, no todo el mundo sale adelante. La unión familiar funciona a las mil maravillas. Ahora bien, también tiene hándicaps. Ella es consciente, y durante el programa se sintió pequeña, minúscula. No se veía a la altura del resto. Un complejo equivocado.
Mònica y su familia, ganadores morales del 'Joc de Cartes' en Lleida
Este restaurante es un espacio muy modesto con respecto a su imagen, instalaciones y equipamiento. El lugar no es de fantasía: se encuentra en un polígono industrial, rodeado de camiones de mercancías, de almacenes, de empresas diversas. No es Disneyland: es un negocio del mundo real, obrero, del día a día. Su oferta va en este sentido, es decir, carnes a la brasa, escalivada, croquetas, caracoles... Tradición. Comparado con el resto de los rivales, cero glamur. Por eso este sentimiento de inferioridad. Estaba errada, porque la comida que servía era sencillamente espectacular. Por calidad de producto, por ejecución, por precio, por calor. Por servicio también, con una curiosidad absolutamente inédita: el camarero, un chico joven con mucha prestancia, también trabajaba en el local de otro de los participantes de la noche. Lleida es pequeña, ¿pero tanto? Sea como sea: en 'Lo Celler' se comía de cine. Amor a la brasa.
El elogio sincero y sentido de Marc Ribas que desataba las lágrimas en TV3
No es una impresión subjetiva de este articulista: todos los comensales estaban de acuerdo, la comida era brutal, habían encontrado un restaurante al que volverán, seguro. Incluso Marc Ribas, que ha visto cerca de 400 a lo largo de la historia del programa, quiso dejarlo bien claro. Sabía que Mònica estaba sufriendo, que estaba preocupada. Y cuando acabó la comida subió a la cocina para elogiarlos pública y notoriamente. "Te sentías pequeña... y les has pasado la mano por la cara". Ella, modesta y todavía temblando, respondía: "No lo se...". Ribas sentenciaba: "Yo sí". Lisa y llanamente. El gesto del chef conmovía a toda la familia. La madre: "No me lo esperaba... Nosotros somos un restaurante pequeño, de polígono... Que él me felicitara, que no soy nadie... es mucho". La hija, que a duras penas podía hablar por las lágrimas: "La verdad es que muy feliz". No pasaba de aquí, emocionada. El abrazo entre ambas traspasaba la pantalla. Toda Catalunya se sumaba.
Magia navideña, también en 'Joc de Cartes'. Gracias.