Hay algo siniestro en estas entrevistas institucionales que TV3 hace a cada president de la Generalitat de noche en el Palacio gótico de la Plaza Sant Jaume. Los iluminadores de TV3 sudan para conseguir una buena luz que no parezca una peli de miedo. Ariadna Oltra hizo el buen papel habitual y Salvador Illa no es un presidente que dará titulares atractivos. Si al mismo tiempo se estrenan El hormiguero y otras ofertas de entretenimiento, Illa era veneno para la audiencia. TV3 cayó al 9,8% y unos 160 mil espectadores. Poca cosa.

Oltra Illa TV3

TV3 hace un gesto de cortesía con su nuevo jefe, Oltra se asienta como la entrevistadora de los grandes días y Illa tiene 50 minutos en prime time. Todos contentos excepto los espectadores de TV3 que huyeron. No huyeron en estampida, como cuándo TV3 entrevistaba a Carlos Carrizosa y hacía un pésimo 4,5%. Pero ciertamente la de Illa no es una buena cifra. Se podría explicar de muchas maneras: que el espectador tipo de TV3 es indepe, o que Illa no es televisivo o Pablo Motos volviendo, pero la tesis que ha utilizado un crítico de TV como Víctor Amela es tramposa. Amela maquillando la evidente mala audiencia del president:

Un colaborador a sueldo de TV3 diciendo que "es buena señal" que la gente no mire TV3 cuando sale el president del país. Amela lo ve una señal de "normalidad". Eso es girar el argumento para hacer quedar bien a Illa. Si el presidente del país no interesa qué dice es una mala señal seguro. Que el tuit lo haga no un diputado del PSC sino un experto en TV es marciano.

Amela en el móvil TV3

El fracaso de la entrevista se comprueba comparándola con otros similares a presidents anteriores: Pere Aragonès no era un prodigio de carisma televisivo y, en cambio, hizo buenas o muy buenas audiencias: en noviembre del 2023 consiguió una audiencia de 13,3% y 258.000 espectadores. En octubre de 2022 la entrevista que la periodista Laura Rosel hizo a Aragonès tuvo una cuota del 20,3%, 418.000 espectadores. Amela sabe quién tiene el récord de este formato, en el 2018 la entrevista al president Carles Puigdemont reunió a 991.000 espectadores e hizo un apoteósico 30,5% de cuota. Si la valía de los presidents también se mide por el interés que despiertan, Illa necesita mejorar. A pesar de las cheerleaders.