El mundo de la televisión es extraño, competitivo y muy duro. Y está lleno de fenómenos paranormales. TVE es uno de los paradigmas: mantuvieron durante una eternidad a presentadores mediocres y carísimos, mientras que echan a profesionales de solvencia y profesionalidad fuera de cualquier duda. La catalana María Casado lo sabe perfectamente, porque acaba de vivirlo en carne propia. Ha sido sustituida de forma repentina y fulminante al frente de "La Mañana" por otra comunicadora de origen catalán, Mònica López. Y no es ningún reproche a la meteoróloga de TV3 y también de la pública española, ni mucho menos. Pero las formas con Casado, presidenta de la Academia de la Televisión, dejan entrever motivos que no tienen nada que ver con su valía como presentadora.
María Casado TVE
Este viernes 15 de mayo, la barcelonesa ha conducido por última vez su magazín. A la una del mediodía, se despedía de la audiencia y del equipo que le ha acompañado desde el 2016. "Cuídense. Siempre digo que les quiero mucho. Hasta siempre". Un beso muy sentido, con una sonrisa que escondía una emoción que, finalmente, no ha podido esconder. Y Casado, que es muy profesional, pero también muy humana, se ha roto y ha llorado, a pesar de sus esfuerzos por no demostrar el dolor que le han hecho a Torrespaña. Unos segundos después, ha cogido aire, y ha vuelto a lanzar un beso al equipo y a los espectadores, con los brazos en el aire. Y los allí presentes le han aplaudido.
Una comunicadora de su bagaje debe tener programa propio, sí o sí. Se lo merece.