Ya está, ya lo tenemos aquí. María Pombo, influencer y musa del españolismo más guay del Paraguay, es madre. Ha nacido Martín, una criatura fruto de su unión con Pablo Castellano. Uh. Ah. Qué algarabía. Nos alegramos mucho de que madre e hijo estén perfectamente de salud, faltaría más. Pero una vocecilla interior nos hace compadecérnos del recién nacido. Primero, porque no lleva ni unas horas en este mundo y ya ha batido un récord: se ha marcado 1 vídeo y 6 stories en Instagram, y la cosa va en aumento. Pombo no deja el móvil ni aunque le corten el brazo, enloquecida. Todo sea para lucrarse a costa de lo que sea, incluso de un bebé. Gran ejemplo.
No es lo único que nos hace sufrir por Martín, no. El niño no lo sabe, pero ya es un patriotero español más. Sí, es muy pequeño y eso le sonará a chino, pero muy pronto empezará a mamarlo cada minuto. Bodas con el himno del lorololo, manis ultras por la unidad de España, peleas en cumpleaños por defender el honor de ser superespañol... Soy yo, y exijo volver a la barriga de mi madre, lejos de tanta caspa camuflada con purpurina y miles de 'likes'. Pero vaya, que no pasará. Seguramente Martín crezca orgulloso pensando que ser facha es top. No será culpa suya. En fin. El nacimiento, evidentemente, ha sido muy comentado en las redes sociales. Y entre las diversas reacciones, las más divertidas son, precisamente, las que se mofan del pensamiento rancio y encartonado de Pombo y Castellano. Twitter es un show.
Dicen que las criaturas llegan con un pan debajo del brazo. En el caso del de Pombo, quizás lleve un móvil a la mano, el brazo en alto y el carné de VOX en la boca.