María Teresa Campos, la icónica presentadora y periodista española, siempre fue conocida por su talento, su carácter fuerte y su inquebrantable dedicación a su carrera. Sin embargo, detrás de su éxito, la comunicadora mantuvo durante años una familia oculta: un equipo de trabajadores que se convirtió en parte esencial de su día a día. Para ella, eran más que empleados, eran su familia, y en ellos invirtió grandes sumas de dinero hasta que la situación se volvió insostenible.
Durante años, María Teresa Campos vivió en una impresionante mansión en Molino de la Hoz, en Las Rozas (Madrid). La propiedad, con más de 1.600 metros cuadrados, contaba con jardines, piscina y lujos que requerían un mantenimiento constante. Para sostener este nivel de vida, la periodista gastaba cerca de 10.000 euros mensuales en personal doméstico, seguridad, jardinería y otros servicios. El equipo que trabajaba en su hogar no solo se encargaba de las labores domésticas, sino que también le proporcionaba compañía y apoyo emocional. Para María Teresa, estas personas eran más que empleados: se convirtieron en su círculo de confianza, en su refugio en los momentos más difíciles.
Una familia en la sombra
A lo largo de su vida, María Teresa fue una mujer fuerte e independiente, pero nunca estuvo sola. Mientras sus hijas, Terelu Campos y Carmen Borrego, formaban sus propias vidas y carreras, la presentadora construyó su propio núcleo de apoyo con las personas que trabajaban para ella. Cocineros, chóferes, jardineros y asistentes formaban parte de esta “familia oculta”, con quienes compartía el día a día y en quienes confiaba plenamente. Esta devoción por su equipo la llevó a realizar un gran esfuerzo económico para que ninguno de ellos pasará dificultades. No escatimaba en salarios ni beneficios, asegurándose de que todos estuvieran bien atendidos, a pesar de que la carga financiera era cada vez más pesada.
El inevitable final: la venta de la mansión
Con el paso del tiempo y la disminución de sus ingresos, mantener un gasto mensual tan elevado se volvió una tarea titánica. Los 10.000 euros mensuales que destinaba a su equipo y al mantenimiento de la casa resultaban insostenibles, lo que la llevó a tomar una decisión difícil: vender su querida mansión. A pesar de ser un golpe duro para ella, María Teresa sabía que no podía seguir con un ritmo de vida tan elevado. Finalmente, la casa fue vendida en 2022, marcando el final de una era para la periodista. Con esta venta, tuvo que reducir su equipo de trabajadores, dejando atrás una etapa en la que su casa era un hogar tanto para ella como para su "familia oculta".
Aunque su mansión quedó en el pasado, su generosidad y entrega hacia quienes la acompañaron siempre quedará en la memoria de quienes la conocieron. María Teresa Campos no solo fue una comunicadora excepcional, sino también una mujer que valoró a las personas más allá de su rol profesional. Su historia nos deja una lección clara: la verdadera familia no siempre es la de sangre, sino aquella que está contigo en los momentos importantes de la vida.