"De aquellos vientos, estas tempestades". Este dicho es el epitafio perfecto de la relación entre Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa. La ruptura de la socialité y el Nobel peruano compite en crudeza con la de Shakira y Piqué: aquel romance idílico de la jet-set era un pozo putrefacto de envidias, desconfianza, desprecio y amor con cuentagotas. Habrán advertido que hablamos de vientos y de hedores, y es que este clima irrespirable es elemento muy significativo del desenlace de la historia. Sí, hablamos de pedos, de ventosidades, de aerofagia. Vargas Llosa no podía contenerlos, y eso molestaba bastante en un ambiente tan selecto y finolis como el de la Preysler. Eso es, cuando menos, lo que deja caer al escritor en un texto que acaba de volver a publicarse, 'Los Vientos', y que contiene mucha información sobre la pareja y su final trágico.

Vargas Llosa escribió este cuento en 2020, cuando se suponía que todo eran flores y violas en Villa Meona. Pero las flores no eran más que una tapadera. El intelectual no soportaba el ambiente de aquella casa, las formas ni el postureo imperante. Y dejó plasmado su desencanto en un escrito demoledor, supuestamente de ficción pero indiscutiblemente autobiográfico. Con el adelanto conocimos dos detalles importantes: uno, que no estaba enamorado como tal, "fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón. De esa pichula que ahora ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí". Y dos, el paso de la parte delantera a la trasera en un abrir y cerrar de ojos. Escatología al límite: "Cuando me desperté estaba con escalofríos y había disminuido la luz natural. Tenía la horrible sensación de que, cuando dormía, además de despedir vientos, se me había soltado el estómago y salido la caca. Limpiarme con cuidado, lavar con lejía el calzoncillo y el pantalón llenos de mierda". Ideal todo.

Mario Vargas Llosa / Europa Press

Vargas Llosa destripa la vida sexual con Isabel Preysler en 'Los Vientos'

No crean, sin embargo, que estas son las únicas invectivas de Vargas Llosa a su ex. La vida sexual es un apartado destacadísimo:"Tampoco imaginamos nunca que fuera tan común que las gentes llegaran a vivir cien años, y, sin embargo, ahí estamos buen número de bípedos para demostrar que no era inalcanzable. Y, sobre todo, que hombres y mujeres pudiéramos durar tanto conservando la lucidez y disfrutando de la vida, incluido el sexo. No hablo por mí, claro, pero mucha gente que debe de tener mi edad, más o menos, disfruta todavía haciendo el amor, aunque yo no forme parte de ella. (La última vez que hice el amor sin ayuda química fue hace unos diez años, creo, o por ahí, me parece)". Secretos muy íntimos, blanco sobre negro. La cosa mejora cada minuto que pasa. Pero hay estocada final.

La estocada final de Vargas Llosa a Isabel Preysler / GTRES

Tamara Falcó e Isabel Preysler, frívolas obsesionadas por la estética

Tortas como panes a la frivolidad de Isabel Preysler y su hija, Tamara Falcó. Tito Mario las humilla por su obsesión con la estética, las operaciones, lucir divinas de la muerte. "Cuando les pregunté por qué se preocupaban tanto por las cremas, los ungüentos, los afeites, los noté incómodos, como si hubiera violado un terreno íntimo. Luego de una larguísima pausa, uno de ellos murmuró: 'Nuestro cuerpo es sagrado y hay que cuidarlo'. Para ellos, en verdad, lo sagrado son las perfumerías y las farmacias. Me preguntaron si no me había echado algo para el sol y como les dije que no, que nunca usaba cremas protectoras, se escandalizaron. Me confesaron que todo el dinerito que ganan con trabajos eventuales y las pensiones que recibían por el mero hecho de existir, los invertían en comprarse pastillas, lociones, tónicos, todo aquello que impide el deterioro de la piel, los ojos, los dientes". El envoltorio perfecto, pero vacías en su interior. Y petulantes. Falcó, calienta que sales:"La Filosofía comparte el departamento académico con Teología y Cocina. ¡Vaya mezcla! Me imagino el diploma de Doctor en Filosofía, Teología y Gastronomía y me muero de risa". Pim pam pum. Cuánto cariño.

Isabel Preysler, Tamara Falcó y Mario Vargas Llosa descamisado en 'Masterchef' / RTVE.es
Isabel Preysler, sin nariz, y Mario Vargas Llosa / GTRES
Tamara Falcó / GTRES

Da la impresión que a Vargas Llosa no lo echarán mucho de menos. Ni a él, ni a sus ventosidades, ni a su soberbia. En todo caso, tampoco sabemos por qué se sorprenden: ya lo compraron así. Como a Íñigo Onieva.