Detrás del brillo de las portadas y las apariciones públicas cargadas de sonrisas calculadas, se escondía un secreto íntimo que podría cambiar por completo la percepción del romance entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler. Según fragmentos de su obra Los vientos, publicada cuatro años antes de su muerte el pasado 13 de abril, el Nobel de Literatura insinuó entre líneas, utilizando un personaje con tintes autobiográficos, que había estado necesitando ayuda química para mantener relaciones sexuales durante más de una década. Una revelación que muchos ya vinculan directamente con su sonada relación con la socialité filipina. “Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón. De esa pichula que ahora ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí”, escribió Vargas Llosa en lo que ahora parece ser una cruda y casi cínica confesión de una relación basada más en deseo que en conexión emocional.
Relaciones bajo receta médica: el lado oculto del romance con Isabel Preysler
“No hablo por mí, claro, pero mucha gente que debe de tener mi edad, más o menos, disfruta todavía haciendo el amor, aunque yo no forme parte de ella (La última vez que hice el amor sin ayuda química fue hace unos diez años, creo, o por ahí, me parece)”, admite en el texto. Una última línea demoledora que, según allegados al escritor, reflejaría los ocho años que compartió con Preysler. Así que, lo que para algunos puede parecer un gesto de honestidad brutal, para otros es una bomba mediática que cambia por completo la narrativa de una de las parejas más glamorosas de la última década. Detrás de los trajes de gala y las portadas de revistas, se escondía una rutina marcada por la frustración íntima y la dependencia farmacológica.
Celos, discusiones y un Nobel acorralado por el show mediático
Si bien la separación oficial se atribuyó a los celos del escritor y las diferencias de estilo de vida, ahora se entiende que había mucho más bajo la superficie. Isabel Preysler, acostumbrada a ser el centro de atención, habría comenzado a notar el distanciamiento emocional y físico de Vargas Llosa. Fuentes cercanas aseguran que ella deseaba una conexión más pasional, pero el Nobel, abatido por sus propias limitaciones, se encerraba cada vez más en su mundo literario.
La tensión creció con la constante presencia de cámaras y el protagonismo de Tamara Falcó, hija de Isabel, en la esfera mediática. Vargas Llosa, celoso e incómodo, comenzó a perder la compostura. Atrapado en un entorno superficial que nunca comprendió del todo, Vargas Llosa se fue apagando emocionalmente. Aunque dejó a su esposa de toda la vida por Isabel, con el tiempo entendió que había cruzado al otro lado del espejo: un mundo donde no había espacio para el silencio ni la introspección. Solo exclusivas, flashes y fiestas.
Tras la ruptura en 2022, el escritor volvió a buscar refugio en su ex esposa, Patricia Llosa, y en el calor de su familia. Así, lo que comenzó como un cuento de hadas entre un Nobel laureado y una musa de la prensa rosa terminó en una triste historia de soledad y desilusión. Mario Vargas Llosa murió en Lima a los 89 años, rodeado de sus hijos y lejos del brillo que durante años lo envolvió en Europa. Isabel Preysler, por su parte, ha evitado pronunciarse públicamente sobre su muerte, manteniendo el silencio que tan bien sabe administrar en su beneficio.