La reciente muerte de Mario Vargas Llosa, icono de las letras hispanoamericanas y Premio Nobel de Literatura, ha desatado una avalancha de homenajes… y una ola de especulaciones. Más allá de su legado literario, el fallecimiento del escritor ha destapado una verdad incómoda: durante los años que convivió con Isabel Preysler, Vargas Llosa habría pagado alrededor de 80.000 euros mensuales por vivir en su lujosa residencia en Puerta de Hierro, Madrid.
Un cálculo rápido indica que el célebre autor desembolsaba casi un millón de euros al año, convirtiendo el amor en una operación financiera de altísimo nivel. El idilio, que duró cerca de ocho años, se traduce en un total que supera los 7,5 millones de euros, una cifra que no ha dejado indiferente a nadie. ¿Estaba Vargas Llosa realmente involucrado en una relación amorosa o era simplemente un prisionero de un sistema de rentabilidad emocional meticulosamente elaborado?
Isabel Preysler y su historial amoroso: un portafolio sentimental lleno de beneficios económicos
La imagen de Isabel Preysler ha sido siempre la de una mujer refinada, elegante y discreta. Sin embargo, bajo ese barniz de sofisticación se perfila una figura que parece haber convertido cada relación en un movimiento de ajedrez económico. Desde Julio Iglesias hasta Miguel Boyer, todos sus grandes amores han coincidido en un punto: aportaron, directa o indirectamente, al imperio económico de la Preysler.
Con Vargas Llosa, la ecuación fue todavía más rentable. El escritor aportó renombre internacional, contactos de élite y visibilidad cultural. Ella, a cambio, ofrecía un estilo de vida deslumbrante y una casa de revista. Pero con precio incluido. Según reveló el polémico periodista Federico Jiménez Losantos y confirmó la periodista Paloma Barrientos, el escritor peruano cubría todos los gastos de ‘Villa Meona’.
“Se ha comentado también por informaciones, que no sé si las pasaba directamente Isabel o se filtraban, que poco menos que vivía (cuando estaba con Mario Vargas Llosa) a cuchillo y mantel. No. Mario Vargas Llosa daba mucho dinero, y además es algo normal para mantener esa casa. Según contaba Federico, podía ser de alrededor de 80.000 euros al mes”, aseguró Barrientos. Aunque muchos intentaron romantizar la relación, lo cierto es que detrás de las cenas elegantes, los viajes internacionales y las apariciones en revistas, se escondía un acuerdo económico no escrito. Vargas Llosa, enamorado o no, aceptó esa dinámica sin cuestionamientos públicos. Tal vez como parte de un juego de poder más complejo de lo que parecía.
Frialdad ante la muerte: la inexistencia de un duelo público
Ahora bien, la aparente frialdad con la que Isabel ha manejado el fallecimiento del escritor ha levantado suspicacias. Sin declaraciones públicas, sin asistir a homenajes, y sin siquiera un mensaje formal de duelo, la madre de Tamara Falcó parece haber dado por cerrado su capítulo con Vargas Llosa… mucho antes de su muerte. Tal vez porque, como apuntan varios expertos en prensa rosa, el verdadero legado ya lo habría cobrado en vida.
De hecho, su exclusión del testamento no causó sorpresa. El distanciamiento con el autor se consumó en 2022, y desde entonces, Preysler parece haber seguido su camino sin sobresaltos. A su alrededor, una red de apoyo millonaria: desde su hija Tamara Falcó, marquesa mediática, hasta Enrique Iglesias, su hijo estrella internacional. No necesita herencia, porque la convivencia con el Nobel ya fue suficientemente redituable.