Quien nos iba a decir hace unos meses que hoy en día todo el mundo iría por la calle con una mascarilla tapándole la nariz y la boca. La pandemia ha comportado que desde hace unos meses, vemos sólo una parte de la cara de las personas con las que nos cruzamos. Pero lo que empezó con todo el mundo utilizando las mascarillas homologadas de las farmacias, ha derivado en una retahíla de propuestas multicolores, de diferentes formas, dibujos y materiales, y que ahora las calles parezcan, a veces, una fiesta de disfraces permanente de Halloween. Y para muestra, Carlos Herrera.
El periodista ha aparecido con una de aquellas espantosas y creepies mascarillas que tanto proliferan los últimos tiempos. No una del Joker o de alguna dentadura terrorífica de peli de miedo. Una todavía más espantosa: su propia sonrisa.
No es el primero que ha tenido la genial idea de ponerse una mascarilla con su propia cara, pero el efecto que ha generado al verlo, ha sido demoledor en redes:
Lo más espantoso, sin embargo, no es la mascarilla. Y mira que es difícil superarlo. Pero según qué palabras suelta por la boca, cuando se la quita, todavía son peores.