'Masterchef' es uno de los programas más seguido de TVE, la joya de una corona decrépita, con la audiencia hundida a cifras casi irrelevantes. Eso es mucho en la tele pública española, acostumbrada durante décadas al monopolio mediático por razones obvias. El espacio tiene millones de espectadores, de todos los territorios que forman parte del estado. Incluso lo ven en el Canal Internacional. Un gentío al que, casi cada semana, sirven una dosis de desprecio a Catalunya y al catalán. En esta última temporada es una moda. O mejor dicho, una epidemia.
El talent culinario viajaba desde Madrid a Olot, visitando el espectacular restaurante Les Cols, una maravilla liderada por la propietaria Fina Puigdevall y su familia. Jordi Cruz charlando en su lengua, hablando de "cuina volcànica", el entorno... más catalán, imposible. Una carrera de obstáculos para el programa, si es que no querían pifiarla, o tocar las narices al personal. No tardaron ni medio segundo: cortinilla y con la primera toma, patapam.
Una ridícula e inculta castellanización del famoso nombre de la comarca que rodea a Olot, La Garrotxa. Lo habían sustituido en la pantalla por un más comprensible "La Garrocha", intentando que la grafía 'tx' no destrozara las córneas de su audiencia hipersensible. Es un mal que pasa con catalanes y vascos, todo acaba en la 'ch'. 'El castellano está en peligro', y blan bla bla. Los ojos, sin embargo, que acabaron hechos polvo fueron los de los espectadores que lo miraban sin dar crédito. La reacción, evidentemente, fue general. Trinchan al programa por esta chapuza cateta y con un holgazana: ya que se ponen a destrozar los nombres originales de Catalunya, no hicieron el esfuerzo de acabar el trabajo y escribir 'Gerona' en vez del Girona que había bajo 'La Garrocha'. Todo mal, no falla.
La recta final ya ha empezado, con los semifinalistas decididos y pocos capítulos para saber quién sale ganador. Tiempo de sobra para volver a hacer el numerito lingüístico un par de veces más, antes de despedirse. Dos de los aspirantes que todavía sobreviven, Meri y Arnau, son catalanes. Lo tienen "a huevo", porque nadie les llama la atención. De hecho, seguro que les divierte.