Matthew Perry, el mítico intérprete del personaje de Chandler Bing en 'Friends', murió el pasado 28 de octubre de 2023 en el interior del jacuzzi de su residencia de Los Ángeles. Un trágico suceso con una explicación que no sorprendió a nadie: drogas. El currículum del norteamericano de 54 años estaba plagado de adicciones, de sustancias y de hábitos nada saludables. Bordeó el abismo en muchas ocasiones, y su aspecto era la prueba más fehaciente de este comportamiento. Sin embargo, se suponía que se estaba tratando y que la evolución era positiva. Por eso, y por la notoriedad y algunos detalles del caso, la noticia tuvo mucho revuelo. Los análisis decretaron que Perry, quien colgó un selfie desde aquella funesta bañera minutos antes de fallecer, tenía altas cantidades de ketamina en el organismo. Una droga muy potente, y que algún iluminado le había recomendado tomar en infusiones para combatir la ansiedad y la depresión. Una calamidad. Un desastre. Y un final terrible.
La muerte del actor todavía ocupa a las autoridades norteamericanas, que han abierto la puerta a la participación de terceras personas. Paralelamente, se ha abierto otro melón en los tribunales. Uno muy jugoso, la herencia del que fue, durante muchas temporadas, uno de los actores mejor pagados del planeta. Hablamos de una auténtica fortuna que Perry colocó estratégicamente en un fideicomiso que, según los peritajes, superaba los 110 millones de euros. Una cifra a la que hay que sumar el cash del actor al encontrarse con la muerte, y que se ha fijado en 1.500.000€. Matthew no tenía esposas, ni hijos, ni siquiera hijastros o hijos adoptivos de quienes hacerse cargo. Atención porque hay una sorpresa interesante entre los beneficiarios
4 personas forman el núcleo duro de la herencia: el padre, John Perry, de 83 años; la madre, Suzanne Morrinson, de 74, y que se divorció de su marido cuando Matthew tenía solo un año; su hermanastra Caitlin Morrinson, y la bomba más inverosímil: Rachel Dunn, una exnovia con quien estuvo tan solo un año de su vida, entre 2003 y 2004. Una relación que, en su momento, llamó bastante la atención por la diferencia de edad (ella tenía 19 años, él 35), y porque era la primera pareja fuera del circuito de superestrellas del actor, quien había mantenido relaciones con Julia Roberts, Heather Graham o la "vigilante de la playa" Yasmine Bleeth. Dunn era una estudiante de moda que se acababa de trasladar desde el Reino Unido a los Estados Unidos, pasando en un abrir y cerrar de ojos del anonimato a las revistas y los programas de televisión.
El idilio duró muy poco y Rachel desapareció del mapa, pero la sintonía entre ellos continuó hasta el momento final de Matthew, que nunca la retiró del testamento. Durante su relación, Perry se mantuvo alejado de las drogas y el alcohol, un detalle que siempre le ha agradecido, y que ahora cobra todo el sentido con el detalle de la herencia. "Con Rachel en mi vida, sé que puedo ser alguien comprometido y no un tipo egoísta que solo quiere estar con los amigos de juerga", dijo en alguna entrevista. Desgraciadamente, el guion estaba predestinado a acabar en drama.