La última vez que vimos al ministro más breve de la historia de los ministros, el ex de Cultura Máxim Huerta, fue entregando un premio en la ceremonia de los Goya y autoparodiándose a él mismo:
"No se preocupen, que yo soy breve" Máxim Huerta entrega el #Goya2019 al Mejor Corto de Ficción https://t.co/XGRQybt6TI pic.twitter.com/IVpkBWyM0y
— RTVE (@rtve) 2 de febrero de 2019
Desde aquel día ya han pasado unas semanas. Y algo ha cambiado en él. Empezando por su propio nombre. La revista ¡Hola! explica que "Ahora, Máxim se hace llamar Máximo, y no solo escribe, también pinta". Desde que fue echado de la cartera ministerial, el artista anteriormente conocido como Máxim desapareció del mapa y se refugió en una de sus pasiones, viajar. París o Londres fueron algunos de sus destinos donde se instaló bastante tiempo, y allí pudo dedicarse en cuerpo y alma a dos cosas que le llenan, y mucho: la lectura y la escritura. Pero también a una pasión que se desconocía de él: la pintura.
Explica la mencionada revista que "Papel y lápiz han sido sus antídotos para regresar con más confianza que nunca, narrando y mostrado su mundo a través de sus obras". Ahora las obras de Huerta pueden verse en la galería 'Échale Guindas', unas pinturas que transmiten quizás una paz que no tuvo durante los seis días que fue ministro de Sánchez. Una catarsis que ha dado como frutos unos trabajos protagonizados por tazas de café, la Torre Eiffel o cruasanes de mantequilla y con tonos pastel. "No es la primera vez que dibujo, lo hago desde que un pintor local me dejó pasar las tardes en su atelier. Desde entonces viajo con libretas y pinceles, observo y callo, dibujo y escribo", explica al excolaborador de Ana Rosa Quintana en su presentación en la citada galería, donde se pueden comprar sus piezas por unos 150 euros cada una.
"No se preocupen que ya saben que yo soy breve", dijo en los Goya. Veremos si su carrera como artista es más larga que la de ministro. No lo tiene difícil.