15 minutos. 15. La visita de Inés Arrimadas a la Casa de la República en Waterloo, para hacer el numerito delante de un Carles Puigdemont que ha pasado olímpicamente de la exlíder de Cs en Catalunya, ha durado menos tiempo del que ha pasado entre que le dijo a Jordi Évole que "quiero ser la presidenta de la Generalitat" a hacer las maletas y marcharse hacia Madrid al lado de Rivera. Un show exprés que ha recordado mucho al que ya hizo el periodista hiperventilado de Ok Diario, Álvaro Ojeda, semanas atrás. Si en aquella ocasión el reportero grotesco de Inda fue con una bandera española y un megáfono, ahora ella ha ido con una pancarta.
El resultado, sin embargo, el mismo. Indiferencia y vergüenza ajena por ver a alguien que las últimas horas está en todos los fregados, anunciando primero que se marcha a Madrid a seguir con su carrera política, y ahora haciendo el paripé en Bélgica. La líder naranja ha ido a hacer ruido, sin ninguna intención de reunirse con Puigdemont justificando que "no hablamos con huidos de la justicia", pero recibiendo la respuesta irónica de la Casa de la República, que ha dejado abierta simbólicamente la puerta durante el rato que ha durado el acto.
La bufonesca actitud de Arrimadas no ha sido desperdiciada por las redes, que han afilado su ingenio para hacer creaciones de todo tipo:
Lamentable el acto, con más periodistas que personas acompañando el circo de Arrimadas que parecía una manifestación de solteros contra casados. Amer, Waterloo... Por no querer tener nada que ver con Puigdemont, Arrimadas se está cubriendo de gloria. Ella misma confesó que los compañeros de partido la llaman Khaalesi, pero con actos absurdos como este, lleno de rabia, más bien parece otro personaje femenino de Game of Thrones, Cersei Lannister.