La hemos conocido con diferentes nombres a lo largo de su relación con el gigante tenístico mundial, Rafael Nadal. Durante muchos años ha sido Xisca, después la rebautizamos como Mery y desde hace unos meses es Maria Francisca Perelló: "Así es como me llaman en casa, en mallorquín suena diferente", le confesó a Julia Otero. Suene como suene el nombre, la joven de 30 años es desde hace más de un decenio la compañera inseparable del deportista, una habitual en las gradas de los partidos del 12 veces campeón de Roland Garrós y directora de la Fundación del manacorense. Una relación que han mantenido con cierta discreción, pero que ya pertenece al dominio público, especialmente a raíz de conocer sus planes de boda para el próximo otoño.
Maria Francisca, originaria de Manacor como su chico, es hija única del matrimonio formado por el constructor palmesano Bernat Perelló y la funcionaría municipal Maria Pascual. La relación entre ambos tiene a la hermana del deportista, Maribel, como nexo de unión. Fue ella quien los presentó, cristalizando en 2005. Desde entonces forman una de las parejas más estables del mundo rosa. El hermetismo sobre su intimidad, sin embargo, ha sido una constante, y son escasas las imágenes fuera de las pistas del circuito.
Una carencia de imágenes conjuntas que los fans de la joven (que también los tiene) enmiendan con creces en Instagram, donde la encontramos celebrando victorias deportivas, animando a su novio o sufriendo en momentos delicados. Ninguna de estas instantáneas, eso sí, han sido compartidas por la joven, una rara avis en el siglo XXI: No tiene redes sociales (al menos, conocidas)
La joven estudió Administración y Dirección de Empresas y Economía en la Universidad de las Illes Balears, manteniendo en secreto la identidad de su famosa pareja. Después de pasar por un par de experiencias en el mercado laboral, cogió las riendas de la Fundación de su chico, convirtiéndose en responsable de los proyectos de integración social. La pareja lo tiene todo bien atado, tanto desde el punto de vista profesional como desde el personal. Están muy compenetrados, incluso en sus lujosos gustos: Si Nadal lleva un reloj de 800.000 euros, Meri (cómo le gusta llamarle a Rafa) lleva uno de la misma marca de "sólo" 150.000.
Después del gran éxito en París, el tenista está a punto de enfrentarse a otro de los grandes torneos de la temporada: Wimbledon, una competición que sólo ganó en 2008. Un hito deportivo que, con todo el respeto, no hace sombra el gran acontecimiento que la pareja prepara desde hace meses: Su boda en otoño en la isla de Mallorca. Será la culminación de una de las grandes historias de amor del deporte español.