La vida de Michael Salazar no ha sido nada fácil. Este norteamericano de 50 años, profesor de inglés y natural de Los Ángeles, es ahora uno de los diecisiete concursantes de la nueva edición de Masterchef. Pero mucho antes de pisar las cocinas del reality gastronómico de TVE, un episodio familiar dramático lo marcó para siempre: su madre lo echó de casa, cuando todavía era un menor de edad, porque le reveló que era gay.
Así lo ha relatado él mismo en el programa de este lunes cuando hacía la presentación de uno de sus platos, callos con patatas fritas de acompañamiento. "Le puse las patatas fritas para recordar quién soy. Tuve una etapa de mi vida en la cual solo podía comer patatas fritas porque no tenía nada más", ha explicado bajo la atenta mirada de los miembros del jurado. "Mi mamá me echó de casa. Me preguntó si yo era gay y le dije que sí, y entonces ella dijo prefiero tener un hijo muerto que un hijo gay. Me echó a la calle con 16 años recién cumplidos".
"Solo tenía las patatas fritas que me regalaba la vecina de abajo. Durante un mes y medio solo comí patatas y agua". Adolescente y sin una casa donde vivir. Con lágrimas en los ojos, Michael recuerda emocionado cómo terminó su calvario, gracias a una familia que se hizo cargo de él: "El gobierno de California me puso en un programa de acogida con padres gays".
Michael no es el primer concursante de Masterchef 8 que confiesa un pasado difícil por su condición sexual. El día del estreno, la cordobesa Saray Carrillo aseguró que uno de sus hermanos no quiere saber nada de ella porque es transexual.