Probablemente, este miércoles 28 de diciembre todo el mundo esté hablando de una celebrity de Vallecas que dentro de tres días hará las campanadas por Antena 3. Y es que Cristina Pedroche está embarazada. Ella y su pareja, el chef Daviz Muñoz serán padres de su primer hijo el próximo año. Nos sumamos a las felicitaciones a la pareja. Pero para En Blau, el vallecano ilustre que se merece un monumento y todos los aplausos y elogios del mundo no es la presentadora, sino Miguel Ángel Sánchez Muñoz. A sus 47 años, sin embargo, es más conocido por otro nombre, Míchel. Cuando era jugador, estrella del Rayo Vallecano, le llamaban el niño de Vallecas, y ahora que ya hace tiempo que ha colgado las botas, es uno de los mejores técnicos de Primera División, haciendo que su Girona, en el retorno a la máxima categoría, sueñe con mantenerse y continuar la próxima temporada en la élite del fútbol español.
Ídolo de la afición gerundense, Míchel no solo es un entrenador con un talento descomunal. Míchel no solo es un técnico con un carisma entre la afición y sus jugadores que echa para atrás. Míchel no solo es un entendido en la materia que demuestra semana tras semana cómo se puede jugar de maravilla al fútbol sin tener Mbappés, Modrics o Lewandowskis. Porque más allá de sus virtudes en los banquillos, que son muchísimas, Míchel es una de aquellas personas con las ideas claras, voluntad de integración, agradecidas eternamente al lugar que lo ha acogido y con una voluntad firme de aprender las costumbres y la lengua de allí donde va. Y lo que tendría que ser un hecho habitual, lógico y que no hubiera que destacar, desgraciadamente sigue siendo una rara avis, sobre todo, teniendo en cuenta como se las gastan en según qué lugares retrógrados de las españas.
Hace dos temporadas que es el entrenador del conjunto gerundense, y desde que aterrizó en Catalunya, desde el primer día, se ha mostrado dispuesto a aprender catalán, a aprender las costumbres y la cultura de tierras gerundenses, a responder a los periodistas en sala de prensa en catalán, por mucho que se equivocara al principio o que no recordara como se decían algunas palabras. Íntegro, educado, respetuoso con quien lo rodea y con lo que le rodea, considera que lo que hace, aprender la lengua de allí donde va, tendría que ser lo más normal del mundo: "No es nada extraordinario. No es nada importante. Es lógica pura", deia a RAC1. "Lo haríamos todos. Si fuésemos a Inglaterra intentaríamos aprender inglés lo más rápido posible para poder comunicarme en un sitio que a mí me hace feliz. Y para ser más feliz, cuanto más esté con la gente, mejor.Y para estar con la gente tengo que tener un diálogo con ellos. Si no, es jodido". Chapeau. Ojalá todo el mundo hiciera como él. Pero ya se sabe cómo empiezan a echar bilis por la boca muchos catalanófobos a la que oyen hablar en catalán.
Después del parón por el Mundial de Qatar, la actividad en la Liga se reanuda este fin de semana, con un partido muy especial para abrir la última jornada de este 2022. Un Girona-Rayo Vallecano en Montilivi donde se enfrentarán el equipo actual que entrena Míchel con el equipo de su vida. Con motivo de este partido lo han entrevistado en el diario As, donde aparte de cuestiones futbolísticas, han incidido en su (feliz) vida en Girona. "A nivel personal... ¿Ve club mejor que el Girona para echar raíces?". Respuesta sincera: "Me siento muy feliz aquí, muy identificado con el club, la idea y el proyecto. A día de hoy no veo un sitio mejor que este. Girona es una ciudad maravillosa, estoy en un club increíble y soy muy feliz. Estoy muy agradecido y por eso quiero devolver todo lo que me están dando". Evidentemente, se preguntan por su catalán, y le preguntan cómo ve él que "Algunos todavía se sorprenden de verle hablar catalán". Su respuesta tendría que ser enseñada como ejemplo de tolerancia, sentido común, empatía y respeto: "Es un poco la educación que me han dado, en Vallecas somos acogedores. Es un barrio obrero, en el que ha habido mucha inmigración y siempre hemos sido un barrio abierto, de la calle y de respetar a todo el mundo y abrazar todas las culturas. Por eso cuando vine aquí intenté meterme en la cultura catalana y en la de mi ciudad, que ahora es Girona. Me siento como en casa".
Míchel, maravilloso.