Miguel Ángel Revilla es un político que acostumbra a tener un tono de Pepito Grillo cada vez que va a la tele, que es a menudo, y especialmente en El Hormiguero, que es todavía más frecuente. Ya no es que tenga la 'tarjeta platino' del programa a los que han ido 10 veces, es que ha agotado existencias de tarjetas porque aparece más que las hormigas. Este miércoles volvió. Y volvió a hablar de Catalunya, con todas las letras o de manera sutil. Y evidentemente, con un tono reprobatorio hacia el independentismo. Disimulado tras su bigote y su campechanía las va dejando ir. Y quizás a él le hace gracia, pero muchos otros no la ven.
"Hago zapping cada vez que veo que en una tertulia sale el tema. Lo que hay que hacer es, una vez se intenta dialogar y no se entra en razón, aplicar la ley". Chimpum. Para él, dialogar debe querer decir oir lo que quieres oir y punto. Él tiene grabado a fuego 'la unidad de España' y no baja del burro para intentar entender una postura contraria a la suya. Más. Revilla y los lazos amarillos. En su americana no llevaba ninguno, evidentemente. Llevaba una especie de corazón de color rojo y blanco. Pero cuándo dijo los motivos por los que lo llevaba, y después de regalarle uno a Pablo Motos, volvió a repartir.
"Esto es un invento mío, esto no se vende. Se dona frente al lazo amarillo que separa, porque separa el lazo amarillo, ¿no?... Con todo el respeto al que lo lleve", dice Revilla. Alguien le tendría que decir a este señor que los únicos que están separados, de sus familias, son los presos políticos. Y que el lazo amarillo se lleva para recordarlos a ellos y para pedir su libertad. "Sí", responde Motos, dándole la razón. El presidente de Cantabria continúa: "Este es el corazón que une. La bandera de Cantabria. Mi obsesión es recibir a todos con los brazos abiertos. No nos consideramos más ni menos que nadie. Se puede ser catalán, hablar en nosequé o en nosecuantos, pero en Cantabria se ven acogidos". En nosequé no, Miguel Ángel. En catalán.
Revilla considera que los lazos amarillos son un invento del Diablo, pero tilda de poco menos que un angelito al juez Marchena: "Estate tranquilo Pablo, que hay un tío ahí que no se casa con nadie. Se llama Manuel Marchena. Él va a aplicar la ley. Que digan lo que les dé la gana. A veces tenemos la impresión de que éste es un país de chichinabo".
Todos tranquilos. Marchena y Revilla saben lo que es bueno para todos.