Uno de los momentos claves del show negacionista de Miguel Bosé con Jordi Évole fue el 'pies para qué os quiero' del cantante cuando intentaron que debatiera con un científico. La prepotencia y radicalidad del sabelotodo Bosé se desvaneció a la velocidad del rayo, haciéndose pequeño, pequeño, pequeño. "Es feo lo que estás haciendo, yo no soy un profesional", se quejaba. Mucha jeta la suya, teniendo en cuenta la contundencia con la que se explicaba tres segundos antes, ofreciendo una masterclass de intoxicación y propaganda de la conspiración, basada en "todo lo que he leído en Internet". El artista será un exaltado, pero no estúpido: sabía que en un cara a cara no aguantaba ni el saludo de su rival. Ahora bien, su espantada tampoco fue una maniobra que le salvara del desastre absoluto. No sabríamos decir que era peor, si el "susto" o la "muerte". Lo que sí sabemos es quien era este experto con el que iba a debatir: se trata epidemiólogo catalán del Instituto de Salud Global de Barcelona, y de familia muy conocida: Quique Bassat, hijo del publicista y excandidato a la presidencia del F.C.Barcelona, Lluís Bassat. Quique ha hablado para 'Espejo Público' y ha dado detalles sobre la situación que vivió en 'Lo de Évole'.
El científico era Quique Bassat, epidemiólogo del @ISGLOBALorg. #LoDeBosé pic.twitter.com/tuNuLxQPRR
— Lo de Évole (@LoDeEvole) April 18, 2021
Bassat estaba preparado para entrar por videoconferencia, aunque la dirección y la producción del programa ya sabían lo que pasaría: que Bosé se echaría atrás. Finalmente fue así, cosa que le ahorró un repaso de categoría. Quique, una vez visto el programa, le tenía más ganas. Especialmente por la poca vergüenza del personaje, riendo y ridiculizando a los millones de muertos en todo el mundo por el coronavirus. "Fue muy insultante para aquellos que han perdido a seres queridos. Reírse de la manera en que lo hizo, de que esta infección no representa un problema importante de salud pública , se me hizo muy difícil de soportar". Lo define como un hombre atrapado en su delirio, pero un hombre peligroso. Por dos razones: por ser famoso y por disfrutar de una tribuna pública como la que le brindó Évole: "Me dejó mal cuerpo que en pleno prime time alguien pudiese exponer tan claramente unos comentarios tan polémicos y que rozan la apología del delito contra la salud pública". Más que un bufón, pues, raya la criminalidad. Y lo hace con carcajadas y bravatas, para acabar de arreglarlo.
Quizás Quique tiene razón, y dar voz a este tipo de incendiarios es un riesgo que no deberíamos asumir. Pero mirándolo bien, el programa ha conseguido poner a todo el mundo de acuerdo: Bosé y sus barbaridades son irrelevantes, por mucho ruido que hagan. Intelectual y moralmente, son un cero a la izquierda.