Miñi Núñez es muchísimas cosas. Y todas buenas. Es un cantante como una catedral. Talento, personalidad, actitud y compromiso cuando sube encima de un escenario o cuando entra en un estudio de grabación. Su voz preciosa, el ritmo de sus canciones más movidas o la sensibilidad de sus piezas más personales e intimistas lo demuestran, como la insuperable Escriurem dedicada a los compañeros de academia, una vez salió del programa que le dio un empujón a su carrera profesional como músico, Operación triunfo. Un tema que emociona siempre que lo escuchas, como los afortunados que fuimos el año pasado a un Palau Sant Jordi lleno hasta la bandera y lo vimos al lado de uno de los concursantes de Eufòria de TV3, Chung-Man:
Más allá de su faceta con un micrófono en la mano, también hemos comprobado, de un tiempo a esta parte, precisamente desde que copresenta Eufòria en TV3 al lado de Marta Torné, que a él, eso de las cámaras, no le impone nada. Todo lo contrario. Parece que haya nacido para hablar a los espectadores. No tiene vergüenza, es espontáneo, divertido, empático y la cámara le quiere. Seguro que dentro de no mucho confiarán en él para presentar algún programa a solas, porque lo hace de maravilla.
Pero es que más allá de su vertiente profesional, los que tienen la suerte de conocerlo bien dicen de él que es un trozo de pan. Nunca con un no por respuesta, siempre con una sonrisa de oreja a oreja que enamora, siempre atento, educado y con una humanidad desbordante, el bueno de Miki es de aquellas personas que te llevarías a casa, que todas las madres y padres querrían como pareja de sus hijas, y que querrías ser amigo suyo e ir a hacer una birra, porque da un buen rollo que desarma.
Por eso sorprende que haya personas que se piensen que Miki es un huraño, un pocavergüenza arisco o alguien que se piensa quién sabe qué y que mira al resto por encima del hombro. Porque es todo lo contrario. Pero hay quien no entiende (o no quiere entender) según qué contexto, según qué situaciones donde quizás Miki está tan concentrado que no se da cuenta de nada más, y hay quien confunde eso con mala educación. Y es lo que le acaba de pasar cuando iba caminando por la calle con unos cascos en las orejas.
Revela él mismo en un Stories en sus redes sociales que "Yo creo que la gente se piensa que soy más gilipollas de lo que soy, por lo que me acaba de pasar por la calle, una cosa increible", dice él. Explica que "yo por la calle voy con los cascos y 'cancelación de ruido' y así". ¿Y cómo es así? Con una sonrisa, emitiendo sonoras carcajadas y la mirada perdida. ¿Por qué?: "Porque voy escuchando 'Nadie sabe nada' de Berto Romero y Andreu Buenafuente y entonces yo me río, y estoy en mi mundo". Le entendemos perfectamente. Es imposible escuchar el programa de estos dos genios y no estallar a reír.
Continúa Miki revelando qué incidente acaba de vivir y qué le acaba de pasar en una de estas sesiones de paseo mientras se desorina con Berto y Andreu: Una señora hoy me ha agredido por la calle, me ha dado un golpe en el hombre y me ha dicho: 'Es la tercera vez que te encuentro por la calle y la tercera vez que me ignoras, eres un maleducado'. Y entonces he pensado: 'Dios mío, tengo que explicar esto'. llevo esto (els cascos) y no escucho a nadie. Lo siento muchísimo señora". Miki Núñez, maravilloso. Disculpándose, cuando tampoco tendría que hacerlo, y demostrando tener mucha empatía, incluso, con una señora que lo increpa por la calle.
Miki Núñez escucha Nadie sabe nada... y esta señora esperemos que ahora ya sepa una cosa: que Miki, por mucho que no la salude, es un trozo de pan. Y que si no la saluda, es porque está concentrado en lo que escucha... Sería bueno que el próximo día que se lo encuentre, más que ir agrediéndolo y dándole golpes indignados en el hombro, lo salude con una sonrisa. Es lo que se merece alguien con la bondad de Miki.