"Hòstia, pilotes! Que són de bones! M'encanten!" Estas frases forman parte de la historia de los fenómenos virales en la red. Las entienden hasta los castellanorparlantes, una proeza. Las pronunció un niño youtuber de 13 años que robaba el corazón, Miquel Montoro. Un adolescente de Sant Llorenç des Cardassar, el pleno campo mallorquín, autor de vídeos memorables en los que reivindicaba la vida rural de una forma tan espontánea como natural y encantadora. También, evidentemente, las recetas de su madre, responsable de unas albóndigas que deben hacer perder el sentido. Montoro se convirtió en una estrella virtual. Con todo lo que eso supone: partes muy positivas, pero también acoso, incomprensión, odio y ataques lamentables a una criatura. Han pasado los años, y ahora tiene 16. Sus vídeos ya no son la comidilla de los internautas, pero afortunadamente Miquel ha sobrevivido a su propio fenómeno. Y se busca las castañas por el bien de su futuro. ¿En dónde? Bien lejos de casa, en los EE.UU.
El niño ya no lo es tanto, ha hecho la maleta y se ha ido a San Francisco, cuna de la industria tecnológica por antonomasia. Allí, en Palo Alto, tenemos las sedes de los gigantes en la materia. También de Youtube, su gran puerta de entrada a la popularidad virtual. Forma parte de la expedición de 80 jóvenes que ganaron el reto educativo 'The Challenge', impulsado por EduCaixa. Un viaje formativo en el que ha participado en charlas, visitas y talleres de orientación profesional y educativos, pero también actividades lúdicas y turísticas que amplían sus miras. De Mallorca a Silicon Valley. Allí, por cierto, ha podido disfrutar de su pasión: las granjas. Montoro está viviendo la experiencia al máximo, y explica sus impresiones en entrevistas en medios como 'El Mundo' o 'El Periódico'.
Miquel Montoro y sus impresiones sobre las costumbres americanas
El viaje está impactando a Miquel: América impresiona a los recién llegados. Todo es a lo grande, desde los desplazamientos más sencillos a las instalaciones de las empresas y universidades. El único "pero" es la comida. Está hasta las narices de las costumbres locales, como desayunar sí o sí huevos con beicon: "Es durillo. Me tienen cansado. Cuando llegue a Mallorca me voy a mirar la tensión". El idioma no es un problema, o cuando menos no lo era cuando se planteó la posibilidad de participar en la experiencia. "He ido a un colegio british desde pequeño y ahí sigo. Lo que pasa es que aquí he descubierto que el inglés y el americano son muy diferentes y que en Estados Unidos hablan a toda velocidad. En veces me hablan y no pillo una palabra". Vaya, cómo le pasaba a los españolitos que veían sus vídeos. Estos, sin embargo, empezaron a insultarlo y acosarlo para que hablara en "cristiano".
Montoro mira al futuro a muchos kilómetros de casa... para volver al campo y a su tierra mallorquina
Quiere aprovechar la estancia americana para perfilar su futuro. Sabe lo que no quiere hacer. No quiere ir a la universidad, sino "hacer un módulo. La universidad me da como miedo". El problema es que en Mallorca no encuentra la formación que desea: "Yo quiero ser herrero, pero para eso tendría que estudiar en Madrid o en Bilbao dos años. Eso está muy lejos para mí, si ya me cuesta salir de casa. He mirado también algo de guardia rural o guardia forestal para seguir con la pasión del campo". Fiel a sus principios, vaya. La convivencia con 80 "empollones" desconocidos también le está sirviendo para desarrollar herramientas comunicativas y socializadoras: "Quiero conocimientos y seguridad para expresarme, para hablar con soltura". Si nos lo permites, un consejo. No te preocupes. Eres perfecto tal y como eres. No dejes nunca de ser genuino, aprende e incorpora cosas nuevas, pero sin traicionar tu esencia.
Lo que no ha probado en América, eso sí, han sido las albóndigas locales. Las meat balls. No te pierdes nada. En ningún sitio como casa.