Hace tres años, un entrenador llegado de Vallecas, Míchel, donde se convirtió en un ídolo en su etapa como jugador en el Rayo, enamoró a los aficionados catalanes del Girona al hacerse cargo del equipo. Y lo hizo por el juego del equipo, habiéndolo clasificado de manera histórica para la Champions de este año, quedando cuartos en la Liga el año pasado, con un juego descomunal, pero también por su integración en la nueva tierra donde había llegado para quedarse a vivir mientras dure su vínculo con el conjunto gerundense. Una tierra, Catalunya, con una lengua, el catalán, que él ha querido aprender desde el primer día, con voluntad de adaptarse al lugar que lo acoge y porque es lo más normal del mundo (todo y que muchos hiperventilados de las españas no piensan lo mismo) querer aprender una lengua nueva.
"Quiero conocer toda la cultura y tradición de aquí. Me he sentido súper bien tratado y querido. Joder, a mí me han enseñado esto: que tengo que ser una persona que sepa adaptarse y empatizar con la cultura y el sitio que, encima, me están dando trabajo. O sea que soy un agradecido y quiero estar aquí mucho tiempo para poder parlar català contigo. Va a llevar su tiempo. Ayer estuve en la Feria empapándome de la cultura de aquí. Me gusta estar con mi ciudad", dijo nada más llegar. Ahora, ahí es nada cómo lo habla. Ahora, un nuevo entrenador ha venido a Girona. Y lo ha hecho con la misma buena intención y voluntad integradora y de aprendizaje: Moncho Fernández.
Este hombre tan querido en su Galicia natal, concretamente en el Obradoiro de Santiago de Compostela, una leyenda en su anterior club. El técnico gallego ha sido el escogido por Marc Gasol para tratar de enderezar el rumbo del Baloncesto Girona, colista en la Liga Endesa después de un inicio de temporada muy flojo, y que una vez destituido Katsikaris, han visto en el entrenador gallego el ideal para ir hacia arriba.
Un Moncho que ya ha hecho sus primeras palabras como entrenador del conjunto gerundense. Con una promesa que emociona: "Me quiero involucrar lo máximo posible en esta tierra, este club y esta ciudad. Prometo mejorar mi catalán". Un Moncho que decía sus primeras palabras en nuestra lengua, una actitud que conmueve, y que, no se podía saber, ya ha recibido algunos comentarios lamentables y catalanófobos.
Esperemos que le vaya muy bien a Fernández en el banquillo del Bàsquet Girona. De momento ya ha conseguido la primera victoria: hacer que los intolerantes españoles estén que trinen al ver y oír cómo alguien de España está encantado de la vida en querer aprender y hablar el catalán. Moncho, muchas gracias, moitas grazas.