Es la pareja más famosa de las noticias de Antena 3: el veterano Matías Prats, de 71 años, en activo y haciendo los mismos chistes desde hace décadas, y Mónica Carrillo: 45 años, sencilla, real, mucho más próxima. Es uno de los activos más valiosos de la cadena, sin dudas. Los informativos de la casa son los más vistos en toda España, y en gran parte es gracias al trabajo de Carrillo. La audiencia tiene una fuerte base ideológica, claro: el españolismo sin fisuras, como demuestra Vicente Vallés en cada ocasión. Pero Mónica no es como el resto: es, de largo, la más plural, tolerante y abierta de los servicios informativos. Sobre todo por una costumbre que nos regala de vez en cuando en redes sociales: escribir en catalán.
No es que su timeline de Twitter esté lleno de publicaciones en la lengua catalana, pero en comparación con el resto de profesionales y colegas que pisan aquellas instalaciones, está a años luz de distancia. La razón es que es de Elche, y en los Països Catalans ya se sabe. Por mucho que les escueza en España, allí se habla en catalán. Y les pica, no tengan ninguna duda: cuando ha osado hacerlo ha tenido que soportar ataques de sus supuestos amigos.
El contenido del texto de la periodista es singular: aparte de la belleza del escrito, nos permite descubrir una de sus filias. Una musical, para más señas. Carrillo ha reproducido una estrofa de la canción 'Cel estranger' del grupo catalán Blaumut: "Ahora que no tengo palabras, ahora que se borra el tiempo, ahora que vivo en la Luna y no sé exactamente por qué". Nos la imaginamos tarareando la melodía y la letra del tema frente al ordenador, mientras prepara los pasos del día o se informa de la actualidad del mundo que nos rodea. Una gran banda sonora, gracias a la música de la banda del marido de Elena Gadel, Toni Pagès, batería de Blaumut.
La reacción al escrito de Carrillo nos permite comprender qué tipo de gente sigue a la comunicadora. Una línea separa a unos de los otros: los 'catalanfriendly'... y el resto. Mientras muchos la aplauden y le alaban el buen gusto, otros sueltan las típicas sandeces propias del monolingüismo españolista. No falla.
Más Carrillo, menos sectarismo. Adelante.