Es bien curioso lo que pasa en los medios de comunicación, especialmente en las españas. Después de que el viernes Rocío Monasterio demostrara, por enésima vez, cómo se las gastan los fascistas, que van por la vida con una impunidad y un tono perdonavidas lamentables, torpedeando todo lo que se ponga en frente que les plante cara, y vomitando su odio y su chulería, no han pasado ni tres días que vuelven a tener un altavoz para pregonar sus miserias.
Después de que la representante de Vox hiciera saltar por los aires el debate sobre las elecciones en Madrid en la Cadena Ser, con un encontronazo con la presentadora, Àngels Barceló, y con Pablo Iglesias marchándose del estudio, ahora Monasterio ha vuelto a ser invitada a sentarse ante otra periodista catalana, esta vez, la presentadora de La hora de La 1, Mónica López, en el matinal de TVE. Empezamos la semana con mal de panza viendo cómo los ultras siguen extendiendo su rabia y racismo en una televisión que pagamos entre todos, exigiendo que "los menores deben volver con sus padres, y los que no sean menores de edad o sean delincuentes, deben estar en la cárcel", o cosas por el estilo.
Evidentemente, la representante del partido de Abascal ha seguido tocando el violín cuando le han preguntado por las amenazas y las cartas con balas que ha recibido el líder de Unidas Podemos y ha vuelto a hacer trilerismo hablando, cómo no, de lo que pasó en Vallecas hace unos días con los miembros de su partido. Monasterio diciéndole a López qué tiene que hacer o dejar de hacer, qué tiene que preguntar o dejar de preguntar. Hasta que a López se le han hinchado y le ha soltado una galleta con la mano abierta: "Las preguntas las hago yo, señora Monasterio".
Unas palabras que han sulfurado a la derecha más ultra, poco acostumbrada a que alguien en Madrid les deje con la palabra en la boca y su discurso esperpéntico y peligroso. ¿Saben aquello de aquel flautista de Hamelín y las ratitas saliendo de debajo de las piedras? Pues eso...
Es curioso... todos estos palmeros de los fascistas, indignados porque una presentadora haga y quiera hacer preguntas... Si por ellos fuera, los ultras se tendrían que hacer ellos mismos las preguntas y responderlas.