Frank Cuesta tiene un programa de televisión que consiste en verle cerca de la muerte. La emoción no es contemplar qué animales venenosos toca, olfatea, soba o morrea sino en cómo le mana la sangre cuando lo pican, muerden, arañan o le escupen veneno. Pasa más tiempo en el hospital que en la selva. Y tiene incontinencia tuitera. Los independentistas no le aman desde que dijo que Puigdemont es una "vileda con patas" o que tiene "una puta fregona en la cabeza". Tan pronto tuitea insultando catalanes como enseñando la herida de una víbora de Malasia. La foto es tan salvaje que instagram no la deja ver de primeras sino que hay que clicar:
Otro día en la oficina, que diría a Piqué. La necrosis supone la muerte del tejido y como el pobre bebé víbora malayo, el más letal de todo el continente, le ha mordido en el dedo índice eso es terrible para Frank Cuesta. No podra seguir tuiteando contra Puigdemont o aprender a hacerlo con la punta de la nariz. Pronto hará 12 años de la muerte del naturalista televisivo Steve Irwin, conocido como El cazador de cocodrilos, atravesado por la cola de un pez raya mientras filmaba un documental en la Gran Barrera Coralina. Descanse en paz.