Ha muerto un mito de la TV, José María Íñigo, conocido popularmente sólo por su apellido: ¿has visto el programa de Íñigo? Durante los años 70, cuando sólo existía TVE, su Directísimo lo veían más de diez millones de personas, todas las que tenían un televisor en blanco y negro en casa. Su show de entrevistas tuvo un momento culminante: el mentalista Uri Geller rompió una cuchara ante una audiencia perpleja. Un juego de física que coló por mentalismo en la España del tardo-franquismo:

En TVE también se recuerdan sus programas Estudio abierto Fantástico. En los últimos años se hizo especialmente popular para poner la voz al Festival de Eurovisión en sustitución de otro presentador mítico, José Luis Uribarri, también desaparecido. Íñigo lo sabía todo del Festival, había asistido a los ensayos y adelantaba qué puntuación conseguiría cada canción. Este año, Alfred y Amaia quedarán huérfanos del popular hombre del bigote y se espera que hagan mención del presentador en su estancia en Lisboa.

Eurovisió

Entrevistado hace 3 meses en RAC 1 sobre la canción de los Almaia para Eurovisió opinó: "Es una balada agradable. Sin más. A mí no me entra"

Eurovisión

Sus últimas colaboraciones en TV fueron al desaparecido programa de María Teresa Campos Qué tiempo tan feliz, donde desfilaban viejas glorias de la canción e Íñigo lucía todos sus conocimientos musicales. El último programa donde habrá colaborado un mito de la TV habrá sido el de Javier Cárdenas, Hora Punta, que recoge el espíritu de Qué tiempo tan feliz con presentadores jubilados como Luis del Olmo, José Manuel Parada o el mismo Íñigo, que se encontró comentando, por ejemplo, el crimen de Susqueda.

TVE

Íñigo nació en Bilbao hace 75 años. Se casó en Barcelona en segundas nupcias. Deja cuatro hijos, dos de cada uno de sus matrimonios. Durante muchos años llevó un peluquín a juego con su bigote que no perdió nunca. Ha muerto en Madrid la madrugada del sábado según ha anunciado la catalana Pepa Fernández en su programa de RNE, donde colaboraba Íñigo.

EFE

GTRES

Descanse en paz, José María Íñigo. Simplemente, Íñigo.