Ha muerto, un mes antes de jubilarse, Núria Gispert, periodista de TVE y TV3. Ha sido una muerte repentina a los 66 años de un tumor que le detectaron volviendo de las vacaciones de agosto. Ha sido fulminante. Se tenía que jubilar el mes que viene, cuando en noviembre habría cumplido 67 años. Lo explica Antonio Manfredi, que trabajó con ella en Canal Sur cuando Gispert era corresponsal de la TV autonómica andaluza en Catalunya: "Me despierto esta mañana y tengo un mensaje de su hija Anna. Que Nuria Gispert nos ha dejado para siempre, víctima de un traicionero tumor que dio la cara al volver de las vacaciones de verano y la ha consumido en pocas semanas. Y digo que no puedo creer en Dios porque de existir no habría permitido que todos nos quedáramos huérfanos de ella y, sobre todo, que no haya podido cumplir sus inminentes planes". Los que han trabajado con ella solo tienen buenas palabras, de Xantal Llavina a Lourdes Lancho, Canal Sur y TVE-Catalunya:
Ha muerto el mismo día que Mayra Gómez Kemp y eso ha eclipsado un poco su repentina desaparición. En TV3 no han hecho ni noticia ni tuit aunque colaboró en varios proyectos de la cadena. Fue, por ejemplo, directora de una Gala de El cor de la ciutat donde puso orden a tres presentadores muy jóvenes que todavía la recuerdan dando órdenes por el pinganillo con su voz ronca. Eran Roger de Gracia, Susanna Bergés y Marc Villanueva. Hay una anécdota maravillosa que define su manera de mandar. En plena gala en directo, la autora de los guiones del culebrón, la escritora Maria Jaén, se negó a hacer declaraciones a la cadena que la pagaba, TV3, a dos minutos de entrar y Núria Gispert puso fin al caos momentáneo con una sencilla orden: "Pasamos a lo siguiente que vamos mal de tiempo". Fabulosa.
Su amigo Manfredi revela cómo su final viene en un momento lleno de planes, jubilarse en Castellterçol y ser abuela por primera vez: "Se jubilaba el 18 de noviembre, al cumplir 67 años. Ya tenía todo cerrado para irse a vivir a su casa del pueblo, después de años de pelear en la jungla periodística, hasta que la dejó para trabajar en Cáritas, llevando un banco de alimentos. No podrá disfrutar de esa casita que poco a poco fue montando con Javier, su pareja, en Castellterçol, a 50 kilómetros de Barcelona, ya lista para vivir, con todos los mínimos detalles que ella siempre tenía en cuenta. Y tampoco podrá disfrutar de su primer nieto, próximo a llegar. Ilusionada, feliz, no veía la hora de que pasaran las semanas. Y de repente un olvido, dos olvidos, tres ausencias, una pierna que no funciona, un vamos a ver al médico a ver qué dice, unas urgencias donde los médicos no ponen buena cara y un usted se queda aquí señora que tenemos que hacerle unas pruebas para estar seguros… hasta la medianoche de ayer" Descansa en paz, Núria. Y perdona las prisas, que vamos mal de tiempo.