La historia de amor entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler jamás fue un cuento de hadas, aunque los flashes de las revistas del corazón se empeñaran en maquillarla como un romance maduro y elegante. Tras ocho años de relación y un final que aún destila celos y rencores, las piezas del rompecabezas empiezan a encajar. Pilar Eyre, periodista de la crónica rosa y cercana al entorno del Nobel, ha dejado al descubierto el origen de la ruptura: un patrón de comportamiento por parte del escritor que Patricia Llosa, su exesposa, le habría revelado a la socialité mediante una carta.
Según reveló Eyre en su canal de YouTube, “Patricia le había enviado una carta a Isabel diciéndole que a ella no le importaba que su marido hubiera tenido una aventura porque había habido muchas y que ella era una más y que ya estaba acostumbrada y que se cansará de ella como se ha cansado de las otras”. La frase habría sido escrita con una profunda carga emocional por Patricia, quien habría soportado en silencio años de humillaciones y ausencias del escritor, un hombre “guapísimo”, como lo describe Eyre, pero también coqueto y enamoradizo.
Coqueteos en Marbella y cenas cargadas de tensión
De acuerdo con las revelaciones de Pilar Eyre, la tensión entre Mario e Isabel se gestó años antes de la muerte de Miguel Boyer, esposo de Preysler. Durante retiros de bienestar en la clínica Buchinger, las cenas entre los cuatro –Mario, Patricia, Isabel y Miguel– eran un cóctel de miradas, sonrisas cómplices y una tensión sexual que muchos notaban, pero nadie comentaba en voz alta. Tras el fallecimiento de Boyer, Isabel se convirtió en el centro de todas las apuestas sentimentales del país. Y fue entonces, en medio de rumores y negaciones, cuando la llama entre ella y Mario se encendió de forma definitiva. Dos cenas bastaron para que pasaran de los suspiros a las portadas, sellando su relación en el Hotel Eurobuilding con unas fotos exclusivas.
La carta que lo cambió todo: Patricia Llosa sentencia a Isabel Preysler
Cuando el idilio entre Vargas Llosa y Preysler se hizo oficial, Patricia Llosa activó su venganza silenciosa. No solo le pidió a Mario que la acompañara al aniversario familiar en Nueva York —un evento al que él fue a regañadientes debido a la insistencia de Isabel, quien deseaba evitar escándalos—, sino que dejó caer entre amigos y allegados una sentencia lapidaria: “Mario siempre ha sido infiel”. Fue en ese momento cuando surgió la carta: una misiva que muchos aseguran haber leído, pero que jamás ha salido a la luz pública de forma oficial. En ella, Patricia supuestamente dejaba a Isabel muy mal parada, acusándola de oportunista y prediciendo el fin de su relación con Mario como una repetición de ciclos anteriores.
Mario regresó a Madrid tras el aniversario con su familia, y se instaló con Isabel en la mediática casa de Puerta de Hierro. Sin embargo, el brillo del romance comenzó a apagarse. El peso de la distancia con sus hijos, la presión mediática y el desgaste emocional fueron haciendo mella en el escritor, hasta que la llama se extinguió. Así inició el inevitable declive, y las proféticas palabras de Patricia Llosa dirigidas a Isabel se materializaron por completo. Mario regresó al lado de la mujer con quien había vivido más de la mitad de su vida, repitiendo un patrón ya familiar en su historia.