'Espejo Público' de Antena 3 se ha convertido en una sucursal del desaparecido 'Sálvame'. Susanna Griso y compañía se han movido rápidamente y ha llenado su plató de caras muy conocidas de los años dorados de Telecinco. Un poco cómo hizo el propio espacio de Jorge Javier Vázquez tras la cancelación de 'Dónde estás corazón', pero a la inversa y en horario matinal. Allí tenemos a Gema López (que ha hecho el camino de ida y vuelta), a Laura Fa, a Pilar Vidal. Una sección rosa con aroma a 'La Fábrica de la Tele', una copia. No les va mal, por fin la Griso se despierta en audiencias, después de años a la sombra de Ana Rosa Quintana, actualmente en caída libre. Ahora bien, el trasvase de profesionales de 'la cadena amiga' a 'la cadena triste' empezó hace tiempo. Un presentador catalán, producto 100% de la factoría de Óscar Cornejo, aterrizó en Atresmedia hace años, harto del maltrato profesional ejercido por su cadena.
Hablamos de Nando Escribano, compañero inseparable de Núria Marín en 'Cazamariposas'. Era un programa de chismorreo hecho en Catalunya y teóricamente menor, pero precursor e infinitamente de más calidad que su heredero madrileño, el 'Socialité'. Divertido, desacomplejado, petardo. Se lo acabaron cargando para crear un formato en Cuatro, 'La habitación del pánico', que tenía que ser su continuación. Con un cambio sustancial: Escribano ya no contaba. Lo relegaron a reportero. Fue una bofetada, y Escribano se fue. Tampoco se perdió demasiado: la pandemia fulminó el formato. Nando acabó fichando por Telemadrid y Antena 3. No tiene programa propio, pero se le ve contento.

Contento y con ganas de juerga. Porque ha dejado a todo el mundo de piedra al personal con la fotografía que colgó hace unas horas, desde el propio plató de Antena 3, sosteniendo a un bebé, acariciándolo y dedicándole estas palabras: "Has puesto mi vida del revés, pero no la cambiaría por nada del mundo". Tiernísimo. ¿Nando ha sido padre? ¿Ha adoptado? ¿Ha tenido un hijo por gestación subrogada? ¿Qué capítulo nos hemos perdido? Nos ha dejado mudos. Ni que sea por un instante. Pero este enigma tiene solución.

No hace falta que envíen cestitas con pañales, chupetes y peluches a Escribano. Ni pijamitas, ni jaboncitos, nada. Esta criatura no es real. Es un fake. Un muñeco. Un reborn. Una réplica creada en silicona con unas características realistas que estremecen, pero que no dejan de ser un juguete para adultos. Y, con todo el respeto, que no parece que estén muy fino. Nando ha tomado el pelo a todo el mundo con la imagen. Bien jugado.