31 millones de espectadores en sólo 3 días. Netflix acaba de pulverizar su propio récord con el estreno de "Criminales en el mar" (Mistery Murder), la nueva comedia de la plataforma, con Jennifer Aniston y Adam Sandler como protagonistas. Un dato espectacular que haría pensar en la calidad de esta cinta, aunque la crítica ya la ha bautizado como la peor del año. Parece que volver a ver a Aniston y Sandler, después de 8 años sin trabajar juntos, es un reclamo demasiado goloso para los espectadores, que son capaces de tragarse 100 minutos de tortura cinematográfica. Pero la verdadera noticia sobre la película es otra, al menos en España: Un país que queda humillado cumpliendo todos los tópicos de un país "de pandereta"
La historia mezcla la comedia más simplona,aventuras alocadas y una trama "de misterio" que da "verngüencica". Un cóctel servido en diferentes escenarios de una exótica Europa, con España ocupando un lugar destacado, inverosímil y ridículo. Podemos ser más concretos: Los de Hollywood se ensañan con Málaga, punto de partida de las peripecias de los protagonistas, presentando a la ciudad, las infraestructuras, la cultura y a los habitantes de la ciudad andaluza con todos los clichés imaginables. Autobuses miserables, músicos insoportables, flamencas typical spanish, guías turísticos envueltos en la rojigualda, ciudadanos que responden al apellido de Gonzáles... Sólo faltaba la paella con chorizo de Jamie Oliver para acabar de completar la postal. Ya se pueden imaginar por donde han ido las reacciones de los espectadores más sensibles a todo aquello que ose caricaturizar a su "patria querida". También la de los que tienen un sentido del humor más flexible.
El sainete made in USA deja por los suelos a un país más próximo a la posguerra que al siglo XXI. La marca España, hundida por la película más vista de la historia (en Netflix). También por la peor de su catálogo. ¡Qué honor! Spain is not different. A ojos de la industria del cine, sigue igual que hace 70 años.