Eduard Fernández ha vuelto a ganar a Goya a mejor actor de España. El intérprete catalán ya tiene cuatro entre protagonista y secundario (Fausto, En la ciudad, Mientras dure la guerra y Marco). Todo parecía preparado por él: le entregó el galardón su hija Greta Fernández y le dedicó el premio a muchas personas, en catalán a las tres hijas de Enric Marco, la falsa víctima de los campos de concentración nazi que interpreta en el filme, "el personaje más difícil de mi carrera". Eduard Fernández tuvo palabras también para su novia a quien las cámaras enfocaron, la actriz Ainhoa Aldanondo, casi 20 años más joven que él. Eduard Fernández: "Quiero dedicarle este Goya a esta maravillosa actriz, mi hija Greta y a mi pareja, otras maravillosa actriz, Ainhoa, gracias por acompañarme en la vida".Este agradecimiento se entendió mejor al día siguiente, el domingo, cuándo Jordi Évole, suponiendo que el actor ganaría a Goya, programó Lo de Évole en La Sexta con una confesión desconocida: Eduard Fernández está en proceso de curación de su adicción, al alcohol y la cocaína. Y su pareja es su gran apoyo, la actriz aragonesa Ainhoa Aldanondo:
Eduard Fernández tiene 60 años y su pareja, que no es la madre de su hija, tiene 43. Con ella ha vivido su adicción y la terapia para cuidarse. Así habla el actor a La Sexta: "En público no he hablado nunca, yo era adicto al alcohol y lo mezclaba con cocaína. Tomaba tres chupitos de whisky y empezaba a funcionar. Cuando empezaba a beber a las 12 de la mañana y le decía al camarerro no te lleves la botella. Me daba como vergüenza. La adicción da mucha vergüenza porque notas que te estás pasando, que no te acuerdas de lo que hiciste ayer. Tardas en darte cuenta. Es como una centrifugadora, dando vueltas. Ya hace un mes que no me meto nada, los adictos para engañarse eicen que no toman. Te mientes a ti mismo y mientes a todo el mundo. Lo he contado porque... ¿por qué no? Lo he pensado mucho. Hay amigos que me dicen no lo cuentes. Porque hay que poner las cosas en su lugar, la depresión es una enfermedad. No hay que sentirse culpable por estar mal. Un adicto es eso, ha de pedir ayuda, hacer un acto de humildad. Decir Ayúdame porque yo no puedo". Ella lo ayudó.
En Lles de Cerdanya Eduard Fernández habla en catalán con su hija por teléfono y le confiesa que tiene ganas de explicarlo todo el consumo: "Era una época en la que estaba mal, iba llorando por la calle. La gente que tienes cerca y te quiere es la que te puede decir 'Edu, no vas bé'. Fue mi pareja me empujó a buscar ayuda profesional. Me dijo esta frase: "Te quiero mucho pero así no sé, eh". Eso me hizo ver que me hiciera reposnable de lo mío. Estuve tres meses viviendo en el centro. Dejar de beber es lo más fácil pero luego te empiezas a ver. En los rodajes no consumía cocaína pero bebía algo. El teatro sí da miedo, son palabras mayores. Antes de estrenar sientes terror. Irías a cualquier sitio antes que al escenario. Yo antes tenía que beber tres o cuatro chupitos de whisky. Mi hija me dijo que le había caído a los pies. Eso escuece".
El programa fue sensacional, un millón de espectadores y un 7.3% de share. "El adicto se apoya en su adicción para borrarse a sí mismo, para taparse. ¿Qué tapa? Eso lo veremos cuando dejes de consumir". El amor salvó a Eduard Fernández.